Cantos
del
Bosque
Seco
Celi
Francisco
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Poesía
ecológica
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Celi
Francisco
Cantos del Bosque Seco
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“Creo que podría retornar y vivir con los animales,
son tan plácidos y autónomos. (…). Ninguno
padece la manía de poseer objetos.”
Hojas de hierba
Walt Whitman
(1819-1892)
“Convertid un árbol en leña
y podrá arder para vosotros;
pero ya no producirá
flores ni frutos.”
Calcuta
(1861-1941)
Ministerio de Cultura y Patrimonio
Instituto de Fomento a la Creatividad y la
Innovación.
Líneas de Fomento
II CONVOCATORIA IFCI 2021
Artes Literarias
Título: Cantos del Bosque Seco
Ediciones Centinela
Celi Francisco
fceli01@gmail.com
Primera edición 2022
Tiraje: 1000 ejemplares
Diseño y diagramación: Sisgraf
Edición e Impresión Imprenta Sisgraf.
Huaquillas-El Oro-Ecuador
Una décima de bienvenida
En
lo silvestre y precioso
el
bosque seco inefable
guarda
riqueza insondable
donde
todo es prodigioso.
Es
su recurso grandioso
entre
la fauna y la flora,
que
es mucho lo que atesora
y
menos lo que se sabe,
como
es la magia del ave
cuando
canta y enamora.
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INDICE
1. Prólogo ……………………………………………………. 11
PRIMERA
PARTE
2. Pregones
de invierno ………………………………………. 15
3. El
bosque en llamas .……………………………………… 16
4. Vuelve
la lluvia al bosque ….…………………………….. 18
5. Concierto
en mi ventana ………………………………… 26
6. El
color del charán …………………………………….….. 28
7. Invernal …………………………………………….….. 30
8. Grillos
de abril……………………………………………… 31
9. Nenúfares
muertos …………………………………….….. 32
10. Hojas
de un nuevo otoño ………………………………. 34
11. Fragancia de octubre ……………………………………... 35
12. Canto del bosque seco …………………………………….. 36
SEGUNDA
PARTE
13. Nos han quitado el bosque I …………………………………… 45
14. Nos han quitado el bosque II …………………………… 46
15. Canto épico del gavilán …………………………………… 48
16. Fábula de la comadreja …………………………………… 50
17. El agua que corre en el río …………………………………… 53
18. Lagarto de río …………………………………………… 55
19. Oda a Cazaderos en ocho décimas …………………………… 57
TERCERA
PARTE
20. Canto en el algarrobo …………………………………… 63
21. Sombra verde del guachapelí florido …………………… 65
22. Apología de un chilalo cantor …………………………… 67
23. Letanía de una ardilla cantora …………………………… 69
24. Fiesta
de zorros …………………………………………… 72
25. Amanecer
de otoño …………………………………………… 75
26. Mañana
de otoño …………………………………………… 76
27. Tedio
de verano …………………………………………… 77
28. La temporada de enero …………………………………… 78
29. Canto del viento y la palmera …………………………… 79
CUARTA
PARTE
30. Canto
de los amantes ……………………………………….. 91
31. Paseo
terrenal ……………………………………….. 97
32. Tú,
los nardos y el rocío ……………………………….. 99
33. Silencio nocturno ……………………………………….. 100
34. Romance bajo el bosque ……………………………….. 102
35. Lluvia y espera ……………………………………….. 103
36. Orgasmo de lluvia ……………………………………….. 107
37. Recuerdo de lluvia ……………………………………….. 108
38. Tiempo de cantar a la tierra ……………………………….. 109
EPÍLOGO
39. Bosque
adentro ………………………………… 114
Prólogo
UN
HIMNO A LA VIDA
La
belleza del lenguaje, la musicalidad y estética de sus versos, la connotación
profundamente humana y comprometida, hacen de su obra poética un himno a la
vida. Cantos del Bosque Seco, es una
composición literaria que nace de la pluma reconocida de Francisco Celi Encarnación, sus versos son un auténtico cántico a
la vida, a la naturaleza y un homenaje al ser humano sensible.
En esta obra literaria, el autor eleva su arte poético
con una musicalidad y ternura, que la convierten en un himno a la naturaleza, a
la biodiversidad. En su canto del viento
y la palmera, encontramos la lucha y reafirmación por la vida, hoy en que
la enajenación del ser humano, causa tanto dolor en el mundo, su poema es un
canto de reafirmación por la vida y la esperanza:
En
Cantos del Bosque Seco, el autor aborda temas universales, ideales y
valores irrenunciables. Se convierte así, en un poeta ecologista consagrado,
levanta la bandera irrenunciable en defensa de la biodiversidad, de la vida en
todas sus expresiones.
Francisco
Celi Encarnación, es ya una de las plumas más destacadas de las letras
ecuatorianas; la grandeza de su condición humana, la magia y belleza de su
verso cautivante, siempre serán la expresión más sublime de la universalidad de
su inteligencia, sensibilidad y riqueza de su arte poético.
Felicitaciones.
Mgs. George Ocampos Prado*
PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD MAYOR
“SAN MARCOS” DE LIMA-PERÚ.
*Docente
investigador, poeta y conferencista internacional. Es autor de varias obras
poéticas y de investigación educativa. Es miembro de la Unión Mundial de
Ecopoesía por la Vida.
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PRIMERA
PARTE
“Tú,
lector, tú te estremeces de vida y orgullo lo mismo que yo;
en
consecuencia, para ti son los cantos que siguen.”
Walt Whitman
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Pregones de invierno
Vino el grillo
mañanero
con su cantito
invernal
todo festivo y banal,
como siempre
plañidero,
pregonando el mes de
enero.
Bastó esa lluvia
ligera
en árida sementera
para que vuelva sonoro
ese grillerío en coro
sobre el erial de
frontera.
¡Olor a tierra mojada!
Los bichos de la
comarca
como saliendo del arca
comienzan con su
cantada
entre noche y
madrugada.
Hacen la estancia
halagüeña
en ciudad como en la
breña,
prodigando sinfonía
como dando epifanía
por la pascua
navideña.
Huaquillas 22201812
El bosque en llamas
Brisas y garúas
hacen del bosque
un santuario en llamas
que arde a un solo color.
La primera lluvia
del invierno entrante
pone en la campiña
antorchas de flores
a un solo color.
Despierta alegre
el canto nuevo
de pájaros ilusos
y, férvidos guayacanes
vestidos de luz
brillante, abrasadora.
¡Es amarillo
el vasto milagro
que alumbra el bosque!
El guayacán florido en su punto
muestra una explosión de oro,
que no ha diferencia
al sol del ocaso.
Entra el invierno
en sinfonías de lluvia,
para incendiar el bosque
con nuevos arcoíris
y cantos silvestres.
Nada es igual al bosque
en su floración de enero.
Fluye amarillo el encanto
que va del cielo a la tierra,
que emociona la vida
que embriaga el alma.
Zapotillo 31201301
Vuelve la lluvia al
bosque
** Preludio**
El viento surca
el resecado bosque;
fría la tarde:
tétrico el horizonte.
Los tordos pían
su letanía;
la lluvia cae blanca y
pertinaz:
renace verde la vida.
Con el viento,
el fragor del invierno
viene otra vez.
La mojada fragancia
del bosque seco,
llega hasta la memoria;
tan seductora, otra vez.
Se abre la tierra
olorosa y trémula
en la primera caricia;
blanda humedece
sus pliegues ocultos,
con tal deseo…, otra vez.
Entra la lluvia al
litoral,
en otro temporal que
canta
con el trino de los
pájaros,
encelados de amor.
Del sur al poniente
que mira al levante,
se moja la tierra.
Del este hacia el norte,
que mira hacia el sur,
se excita hacia dentro
la tierra sedienta.
** I **
Se anegan las charcas,
las ranas se juntan
queriendo entonar
su fiesta pagana
en un largo croar:
por la mañanita,
o toda la noche;
en grande pregón,
por la retirada
de acérrimo estiaje,
dañino y fatal.
Vuelven presurosas
las endebles garzas
vestidas de blanco;
al observatorio
por esas quebradas
que ya se rebozan;
donde hay pececitos
de nuevos colores
que saltan y juegan
el agua flamante
que profunda horada
el lecho caliente,
con tal prontitud;
por larga ribera
hasta donde acuden
con abundante sed:
esquivos rumiantes
y unos roedores;
rapaces felinos,
más los voladores
de elegantes plumas.
También los reptiles
muy escurridizos,
que buscan ansiosos
el polvo limpiar;
mientras los anfibios:
-poetas y dicharacheros-,
siguen la tonada,
en todas las pozas,
alegres cantando
la gran bienvenida
del buen temporal.
**
II **
En la sombra verde
del fresco algarrobo,
hay fiesta de tordos
y pájaros tiernos
que están celebrando
la lluvia invernal.
Con otra intención,
el astuto gavilán
acicálase el pecho
con refinada gracia
de buen cazador;
el ceibo grandote
es su fortaleza,
la verdeante loma,
su real territorio.
Retoca y retoca
su elegante traje,
para el gran banquete
del buen medio día.
Crece la hierba
en árido camino,
por donde ligero
va el zorro bribón,
tras la esquiva perdiz,
que alegre sisea
en los matorrales
por toda la aldea.
¡Salta la iguana!
El zorro veloz,
ataca la cueva,
con instinto cierto
de cruel matador;
mas, el saurio
presto
gana la contienda
cuando, acomedidos
los bravos chilalos
arman alboroto,
delatando breve
al feo agresor,
que huye avergonzado,
con hambre y temor.
** III **
Hay en el follaje
un aire fragante
de capullos nuevos
y hojas recientes
que le dan encanto
al ambiente herbal.
Se oye en lo profundo
un himno silvestre
de oculto misterio.
El vasto santuario,
canta su aleluya:
en sonata de hojas,
y fauna en concierto;
dando una oración,
toda pleitesía,
toda real ofrenda
a divina natura.
Todo a ras de tierra
está en agitación:
suben con apuro
las enredaderas
y los bejucos largos
tienen ya tupido
el amplio follaje
donde hojas anchas,
acorazonadas, carnosas,
y de foliolos nimios
tejen verde alfombra
de belleza impar.
Verde el bosque seco
es todo un carnaval
de tantos colores:
que saltan, que corren
que vuelan, que brincan.
El mantis “religiosa”
se cuela en la hierba;
el grillo escondido
refina su canto;
pasa un arcoíris
de vuelo rasante
cuando vanidosa
una mariposa
se pone a bailar.
¡Mas, se inquietan las
flores,
el aire se agita…,
se revuelve el ambiente!
…, y caen del maná,
en mantos de acuarela,
de uno a mil colores
si llega un picaflor.
La hormiguita monda
sigue su largo camino
-con su carga en vilo -
para su cuartel.
Mientras la iracunda,
comadreja parda
ataca y espanta
al armadillo arador,
que de buen morador
va esquivo y paciente.
**
IV**
Verde silencio en profusa
vida
cuando el invierno
termina.
Paz silvestre de ecos
celestiales
que se va en el tiempo.
Es el Paraíso seco
de última instancia:
que esquiva el estío,
que alarga la vida;
que vive en peligro.
Bejucal 19198401
Concierto en
mi ventana
Fiesta de alegres cantores
en profunda madrugada
para celebrar la llegada
de la estación de las flores.
Mayo se abre en sus albores;
y cantan en mi ventana
los grillos de la fontana,
con los sapos en concierto
para tenerme despierto
a las tres de la mañana.
Insectos en
gran velada,
en ese
acontecimiento
que parece
todo un cuento
de ruidosa
madrugada.
Es una
fiesta exaltada
por lo demás
colorida:
da su
canción preferida
el moscardón
timbalero,
y el grillo
ensaya un bolero
que provoca
la estampida.
La primavera
está nueva
en el bosque
silencioso,
terminado el
bullicioso
quicuyeo de
la gleba.
Como si
ninguna eleva
la gardenia
florecida,
un perfume
que da vida
a las tantas
mariposas
que de puro
veleidosas,
se han dado
una amanecida.
Progreso 18200905
El color del charán
Cambió su tono el charán
por este acontecimiento:
cuando la lluvia y el viento
cayeron como huracán.
Largo tiempo de sequía
registró en el árbol su huella,
sufriendo el color su mella,
dejando su faz sombría.
Entre el gris y el tono oscuro
se debatía el ramaje
cuando no había celaje
para ahuyentar el conjuro.
Todo amaneció mojado
con la fragancia de invierno;
y como si fuera tierno,
todo se ve iluminado.
Agua en las hojas se ven
como gotas de cristal
dejando ver el ramal
como ha de ser el Edén.
Tiene color y alegría
ese frondoso charán
hacia donde llevarán
las aves su algarabía.
El arbusto preferido,
de los rumiantes esquivos
o de todos los furtivos,
que buscan solar tupido.
Es el gran palacio verde,
con encanto y galanura,
mientras la lluvia perdura
(…), hasta que el color se pierde.
Chacras 11201503
Invernal
Himno de misterio,
que al ambiente vegetal
canta
y lento penetra en el
alma
Matinal eco de prolongada
lluvia
que impetuosa cae
sobre el cariz de la
ciudad dormida.
Luna tierna de marzo,
niebla de eterna
nostalgia
en la aurora trágica.
Tanto llueve con
insistencia
de acosador diluvio
sobre el aterido
campo.
Llueve desde la madrugada
con insistencia
invernal
de luna tierna.
Arenillas 19201203
Grillos de abril
Abril de fresca mañana,
de grillos cantarines
y pájaros de colores-
Mariposas en luz de abril,
cigarras en sinfonía;
cielo azul de primavera.
El colibrí danzante
se cuela etéreo
entre pálidas flores.
Los grillos no cantan
en su escondite:
oran su letanía.
“música vana
-como el canto-
del grillo de esta mañana.”
Hay una plegaria
sacrosanta
en el manto del día,
abril nostálgico canta
su pálida melodía.
Paletillas 04201209
Nenúfares muertos
Quietud del agua,
gozo de pompas,
de un solo día.
La flor que nace...,
que ya se muere...,
derrocha gracia
belleza y canto.
Nenúfares muertos
en el ocaso!
Flora preciosa
en la mañana,
llena de vida
y de fragancias...
¡Pasiones mustias
a la oración!
La flor del agua
mece su gracia
en sinfonía
de una canción,
de los croantes
sapos del lago...,
de la pradera.
en floración.
Crece en el alba...,
esperando el día
de su oblación;
para más luego,
marchita-inerme
morir de prisa,
en el silencio
crepuscular.
Huaquillas 11200215
Hojas de un nuevo otoño
Las hojas mustias
caen de nuevo
en la nostálgica
tarde
del naciente otoño.
El viento del sur,
mece las ramas
con ademán de juego,
como de costumbre;
mientras lleva
<a todas partes>
hojas caídas,
pétalos muertos,
flores marchitas;
en un ir y venir
de acostumbrado canto.
Los nidos vacilan y se
aferran,
los pájaros silban
acongojados.
Trae sombras el atardecer
desde el lejano
oriente;
cuando las aves cantoras
remontan el vuelo,
en busca de abrigo y
sueño
en la fría noche
de un nuevo otoño.
Cerros de Amotape 11201106
Fragancia de octubre
Viene el aroma del
bosque,
apenas cae la
lluvia,
<se enciende en
olores>
para irse en el
viento.
Húmeda y excitada la
tierra
se vuelve fragancia
tibia
que llega a la memoria
como esperada nostalgia.
El bosque seco es fiesta
cuando llega la garúa;
octubre trae frescura
y encanto al follaje.
Bálsamo de hojas caídas
olor de tierra hacia
dentro,
por la marchita
enramada…,
con la garúa de
octubre.
Balsalito 10200524
Canto
del bosque seco
Cuando la estación de
enero
trae la lluvia de
invierno,
se convierte en un
infierno,
la sabana y el estero,
con el quicuyeo entero.
Cuando canta la cigarra:
el grillerío hace
barra;
cuando la abejita
zumba:
el abejorro hace rumba…,
y todo el bosque hace
farra.
Ya lo confirmó el
chilalo,
en su canto mañanero;
que saluda al jornalero,
que prepara su robalo
en la huerta de Matapalo…:
…, llegó la garúa
urgente
en esa brisa caliente,
que cala bien en la
tierra,
donde la raíz se aferra
y despierta la simiente.
Las voces del bosque seco
se elevan de la enramada,
dejando por la
mojada
llanura, el profundo eco,
como el sonido en un
hueco.
En esa entramada breña
el buen hormiguero sueña
con el escaso alimento,
en su invadido aposento
donde el humano hace
leña.
En las mañanas de cantos
es el bosque alucinante,
donde vuela desafiante
el gavilán., y otros
tantos,
dueños de los palosantos,
algarrobos, ceibos
viejos;
donde forman sus festejos
en concierto matinal,
con tonadas que al
final
bien se escuchan a lo
lejos.
Previniendo el huracán
la chiroca pende el
nido,
con cabuyas sostenido,
entre ceibo y guayacán,
donde no la alcanzarán.
En cambio, para la
iguana,
que parece una haragana,
el árbol es lo de menos
para sus días amenos,
en esa vida montana.
Con el sol de mediodía,
entre la verde
campiña
el chiverío se apiña
(en inquieta compañía),
en la guarida sombría.
En la febril resolana;
muy desafiante y
galana,
la rama del algarrobo
cobija a cabrito y lobo
y a la más amplia
“chacana”.
El abundante overal,
en la profunda manigua,
es una vivienda antigua
de la avispa y su
panal
o de la araña otoñal.
No así, el buen
tamarindo:
de Quebrada Seca al Pindo
¡qué manjar del bosque
seco!,
se levanta junto al checo
para crecer de lo lindo.
Allá en las Pampas del
Tono
el bosque sufre el
estío
apagando el griterío
de la vecindad del mono…
…, cuando mayo cambia el
tono.
La ardilla de Bejucal
con su cantito banal
anuncia el atardecer
mientras comienza a comer
brincando por el faical.
Cuando se acerca el ocaso
el gran carpintero
truena,
en la bamba que faena
al fragor del picotazo,
…, que deja el árbol
cedazo.
Cuando el frío sol se
inclina,
la garza su vuelo empina
hacia el santuario
manglar,
donde ella tiene su
hogar,
entre la rama y la
espina.
Hay un gran jolgorio de
tordos
en esa oscura hondonada,
convirtiendo la ramada
en un festival de sordos,
con unos líos…, bien
gordos!
El tigrillo se agazapa,
la paloma se le escapa
en el boscaje sombrío;
donde prima el griterío,
y la lechuza es la guapa.
Es la tierra más fecunda,
que desde el Puyango al
mar
riega y abona sin par,
el río Tumbes, que
inunda
cota y ribera profunda.
Recorre hasta el litoral
para formar el mural,
en esa verde ensenada,
que detenga la avanzada
de ese desierto fatal.
En épocas preteridas
fue el Zarumilla un
vergel
con abundante agua y
miel
de flora y fauna:
esparcidas;
ya en extremo consumidas.
Era el solar que natura,
fuera de toda
mesura,
creó para la existencia
en pacífica vivencia,
de grande y nimia
criatura.
En los bosques
protegidos,
de los Amotape al mar,
desde Tumbes son el lar
de los loritos…, vendidos
¡demasiado perseguidos!
En la Reserva Arenillas,
con la fronteriza
Huaquillas,
viven tan amenazados
los perseguidos venados…
..., con hormigueros y ardillas…
Perdido en esa espesura
el chilalo anuncia la
hora,
de adentrarnos a la flora
y disfrutar la hermosura,
por esa extensa llanura.
En el color del verano
que se dibuja temprano;
el algarrobo echa flor,
la cereza es un
primor
hasta el invierno cercano.
Ya en enero es amarillo,
todo el guayacán florido
de encanto y luces
vestido,
dejando un tono sencillo
y sobre el paisaje un
brillo.
También el musgo
abundante
con su tejido elegante
bien engalana la breña
y a la fiesta navideña
le da un pesebre
exultante.
Este bosque ecuatorial,
es la herencia prodigada
de la prole antepasada;
que se volverá un erial
si aumenta el daño
ambiental.
Gran deber pendiente
para toda la gente
sustentar bien, fauna y
flora;
porque va llegando la hora
de salvar tierra y
simiente.
Zarumilla 14201007
SEGUNDA PARTE
Todos son armonía
en su espacio vital.
Gobiernan su equilibrio
con lenguajes
y signos silvestres.
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Nos han quitado el bosque I
Ya nos han quitado el bosque,
para hacerlo sementeras
amén de camaroneras,
en un desalmado trueque
Esa falaz coyuntura
de política contienda,
es una medida horrenda
que a la destrucción empuja.
Ese que fuera refugio
del venado y del tigrillo,
se reduce a un cuartillo
de territorio asediado.
La Reserva es enunciado
que ya no tiene valor,
puesto que fue el Gran
Señor*
el que la dio a un centavo.
Pierde natura otra vez
en la codicia atrevida
que en procaz arremetida
va derribado el vergel.
Arenillas 02201428
Nos han quitado el bosque II
-
I -
Antes fueron hacendados
los que impusieron su ley
sobre la gente y el buey,
con esos cepos malvados,
frente a la iglesia instalados.
Sometiendo al campesino,
el gamonal asesino,
con la autoridad y el juez
se adueñaron otra vez,
del bosque, río y camino.
-
II -
Hubo en Alfaro esperanza,
en la frontera olvidada,
de someter a la espada
con la debida pujanza,
del amo su mala andanza.
Y, nada se corrigió,
ni cuando el Perú invadió;
aun cuando fue Cazaderos
un pueblo de guerrilleros,
que a la Patria defendió.
-
III -
Aquellos terratenientes
se fueron del territorio,
dejando el signo mortuorio
para las nuevas simientes
que lo guardan en sus mentes.
Pero sigue la tragedia
como lo era en la Edad Media,
con los siervos de la gleba,
que una costumbre longeva,
sirve al tirano que asedia.
-
IV -
En ese cambio de dueños
extranjeros* y locales
llegan trayendo sus males
con “proyectos” halagüeños
como cantos navideños.
Luego es la comunidad
desprovista de maldad
la que “entrega” el territorio
por un mísero abalorio,
cediendo su propiedad.
Zapotillo
07201420
*Naturaleza y Cultura
Internacional, ONG de origen extranjero,
compró alrededor de 10 mil hectáreas de bosque
seco en la frontera
sur de Ecuador, en el valle de
Cazaderos-Zapotillo-Loja.
Canto
épico del gavilán
Érase el ave refinada
de plumaje elegante
y fantasiosos colores.
Érase un depredador
de vuelo artero
en veloz estampida.
Érase un bello gavilán
arisco y calculador,
de feroz asalto.
Érase el señor del guayacán
que otea la inerme presa,
para sus feroces garras.
Érase un ave rapaz
que todos querías lejos
por su índole ensañadora.
Érase un gavilán colorado
con más tonos y matices,
de imponente mirada.
Érase el más odiado
en el confín del Bosque Seco,
donde esconde su morada.
Érase un cazador cazado
por el campesino iracundo
cuando no encuentra sus pollos.
Érase un ave arisca
entre ramas del alto ceibo
que un disparo fatal derribó.
Érase una guerra
por el territorio
entre depredadores.
Cerecita
12201306
Fábula de la comadreja
Habló así la comadreja
ante sus hijos reunidos,
que muy bien entretenidos
oían la historia añeja-.
Había una vez, ¡tan lindo!
un bosque demás repleto
de pájaros bien completo,
sin que falte un tamarindo.
Contaba la historiadora
que era cierta la abundancia,
de la flora su fragancia,
en la tierra encantadora.
Cuando más entusiasmados
los críos atestiguaban
y muy atentos continuaban,
no vieron a los venados.
Pudo a tiempo protegerlos
la relatora celosa,
de esa tropa pretenciosa
que no solo vino a verlos.
La que habló fue una venada,
anciana podía ser,
por su modo y proceder
al frente de la manada.
Nada de lo dicho es cierto,
hoy no cuenta lo pasado,
pues usted no ha comentado
que nos acecha el desierto.
Un formidable rumiante
de coposa cornamenta;
que toda historia si cuenta
desdijo a su acompañante.
Que el pasado fue mejor
hay un refrán que nos dice,
será entonces que precise
que ahora estamos peor.
¡Se agitó la comadreja!,
con tan sabia exposición
que le aclaró la visión
hasta dejarla perpleja.
Han matado a mis hermanos,
ya mi prole se acabó,
abatida reclamó,
la joven de los montanos.
Al bosque, ya lo han talado
como mejor han podido
pero ahora el más jodido
es mi grupo acorralado.
El macho alfa argumentó
con visible desaliento;
que mostraba sufrimiento,
eso al final se notó.
Esa mustélida sola
volvió su prole a la cueva,
cuando por la senda nueva
iban batiendo su cola.
La urraca siempre agorera,
que escuchó a la comadreja
le pidió la moraleja
de la historia verdadera.
Cerros
de Amotape 11201427
El
agua que corre en el río
Como el funesto Leteo,
trae agua contaminada,
en estío y crecentada,
con ese color tan feo.
Era el caudaloso río,
toda diversión y vida,
donde sobraba comida
para el zoo y el gentío.
Cuando en las cumbres lejanas
no sacaban minerales,
los humanos y animales
gozaban de vidas sanas.
Cruza por el bosque seco
dejando el miasma letal
con un murmullo fatal
que se propaga en el eco.
Ese manantial que fuera,
en épocas ya lejanas,
pide un vuelo de campanas
para el instante que muera.
Tendrá luto el campesino,
que vive por la ribera,
en su pobre sementera
al vaivén de su destino.
Gramadales
02201427
Lagarto
de río
Es del Tumbes y Puyango
un huésped muy importante,
aunque no tiene talante
de amiguero ni
confiado.
Cruza el río, con el serpenteo
acostumbrado de lagarto viejo,
para irse al cubil añejo
donde no corre peligro.
Otea el sombrío horizonte,
con sus ojos siempre abiertos
a los avatares inciertos
que se esconden en la orilla.
El saurio teme y sobrevive
al tiempo, entre arremetidas
del hombre, y las crecidas
químicas de las alturas auríferas.
Vecino del bosque seco,
huérfano y solitario;
es eterno sedentario
para alejarse del riesgo.
Extinguidos ya, el pez y la tortuga,
migraron los batracios
hacia otros espacios,
lejos del agua turbia.
Pero ahí sigue el cuaternario,
en su hábitat preferido,
aunque a veces escondido
entre ribera y remanso.
Gramadales 01201428
Oda
a Cazaderos en ocho décimas
I
Todo el valle es un encanto
donde la paz y alegría
tienen lugar noche y día
cual un edén sacrosanto.
Es el lar donde hay tanto
para observar y gozar
de lo que el bosque ha de dar,
en prodigiosa abundancia
de leche, miel y fragancia
como un divino hontanar.
II
Cuenta la historia en su seno
lo que pasó en Cazaderos
cuando los males arteros
invadieron el terreno.
De fuerza y bravura lleno
todo el pueblo campesino,
fue quien paró al asesino,
que quiso asaltar Progreso
justo en el punto de ingreso
de la quebrada al camino.
III
¡Esa tragedia vivida
allá en el cuarenta y uno!,
donde no quedó ninguno
a salvo de la estampida:
el hacendado fue en la huida
dejando tierra y riqueza,
en tanto que en la pobreza
el campesino y soldado,
ni siquiera del estado
recibieron fortaleza.
IV
El Guásimo fue perdido
en el ataque fatal
de ese ejército infernal
que se metió en un descuido.
Pero luego fue vencido
ahí en la quebrada grande;
para que nunca más ande
amenazando el emporio
de este bello territorio;
y jamás cauce el desbande.
V
Si la Patria quedó herida,
la familia desmembrada,
y la tierra desolada:
por esa guerra homicida;
¡no ha sido más ofendida
el alma del fronterizo,
que del olvido enfermizo
del país del centralismo
que sigue siendo lo mismo
a pesar del compromiso!
VI
Fue la infamia o felonía
con su clandestina acción,
que se ensañó en la traición
como Luzbel lo quería.
Cuando borraron un día
el nombre de Cazaderos,
creyeron los majaderos
su vanidad celebrar,
a condición de humillar
a los pobres comuneros.
VII
Pero sigue la esperanza,
con la pasión y el amor
en todo el lindo Ecuador
que habrá de alcanzar bonaza.
Mas solo tendrá confianza
en la fuerza arrolladora
de la lucha redentora
del pueblo con su unidad,
que acabará la maldad
como lo ha hecho hasta ahora.
VIII
Alfaro marcó la senda,
y es en su excelsa memoria,
que en redobles de victoria;
el montubio da su ofrenda.
Quedó olvidada la hacienda,
también la guerra perversa;
mas no se olvida por fuerza:
la injusticia y el discrimen
de autoridades que oprimen…
…,¡ hasta que Él,
su ira no ejerza!
Cazaderos 12201221
TERCERA
PARTE
Canta el bosque
- y no deja de cantar-
la victoriosa arremetida
del invierno breve,
vital, imprescindible;
que somete al estío,
que anima la vida.
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Canto en el algarrobo
Canta alegre en la
mañana,
-esa paloma preciosa-
una nota melodiosa,
como una albricia galana
que llega hasta mi
ventana.
Tiene su insistente canto
una evocación de llanto
que la memoria acaricia
desde que el arrullo
inicia,
que me ha dado ya un
quebranto.
Hace gala en su concierto,
sobre el ramaje florido
de mi algarrobo querido,
que tiene un embrujo
cierto
-la cantora del
desierto-.
Cuando la escucho entonar
me encanta tararear
asomado a mi balcón
donde gozo la canción
que me vino a
regalar.
Trae alegre en la mañana,
la profusa algarabía
del bosque y su fantasía,
que la mensajera arcana
tan graciosamente
afana.
Sabe traducir en canto
ese rezo sacrosanto
que prodiga la alborada,
en la noche y madrugada,
en gozo y delirio tanto.
Huaquillas 10201512
Sombra verde del guachapelí
florido
Refugio siempre verde
que acoge mi cansancio
de agotadora senda.
Gracia de elegantes ramas,
de flores y hojas ornadas,
que vacilan al viento.
Sombra de invernal follaje
que ampara del resplandor
cuando fragua el medio día.
La brisa juega inquieta
en la extensa sabana
del alegre litoral.
Crece veloz la floresta
llena de tantos ecos
y de fragancias llena.
El guachapelí es un santuario
de verde enigma
en el denso bosque.
Las volátiles mariposas
dejan en él estelas de vuelo
como fantasmas ardientes.
En todo el guachapelí
hay una casa entera
llena de pájaros confiados.
Y en cada rama, un nido
germina un canto nuevo
de tiernas aves.
Entonces, bajo el robusto tronco,
y para amainar la tarde,
pongo la hamaca de hilo.
Y, al vaivén de las horas,
mezo mi solariega vida,
bajo el guachapelí florido.
Huaquillas 01201203
Apología
de un chilalo cantor
Hay tiempo para todo
en su itinerario silvestre,
sin mínimo retraso
para el perfecto canto.
No duerme bien
el dios Cronos del bosque,
en espera de las
horas presurosas.
Canta a la hora exacta
con la emoción nueva
del naciente día,
cuajado de luz.
El emplumado arquitecto,
de laborioso pico,
esconde una ciencia
en su reloj incomparable.
Todo está vigilado
desde su alto palacio
de sólida arcilla,
a prueba de huracanes.
Gran señor feudal
de libérrimo bosque,
con suprema autoridad
para anunciar el tiempo.
El caballero andante
de vistosa armadura,
camina desde el alba
hasta la misma noche.
No hay descanso
en su melodioso canto:
que anuncia el tiempo,
que alerta la vida.
Santa Rosa 23201302
Letanía de una ardilla cantora
Llega hasta el maíz la ardilla
sigilosa y escondida
en busca de su comida;
comandando su cuadrilla,
para empezar en la orilla.
En su original labor
tiene un buen competidor:
en la legión del perico,
que por demás come rico,
robando al agricultor.
Como es ágil trepadora,
arisca y escurridiza,
toma su bocado a prisa
y regresa hacia la flora,
que ha sido su protectora.
Ya con la pancita llena
se busca una rama buena,
en la arboleda cercana,
para iniciar la jarana
hasta que venga la cena.
Si el chilalo las divisa
o si las ven las urracas;
estando gordas o flacas,
tendrán que saltar a prisa
dándose una buena brisa.
Se hace grande el alboroto
sin que nadie ponga coto,
al bullicio de las zoñas
tras las ardillas bisoñas,
que corren a lo remoto.
Si el acoso es repetido,
la ardilla desesperada
se refugia en la ramada,
en su rincón escogido
donde inicia su gemido.
Conjura toda ofensiva
con oración rogativa
y la señal de la cruz,
como llamando a Jesús
para mantenerse viva.
Ella se persigna breve
para que así no le alcance
la pedrada que le lance,
-el labrador con su jebe-
así sea fuerte o leve.
Si la amenaza pasó
¡por lo mucho que rezó!;
comienza su letanía
con evidente alegría,
porque su fe la salvó.
Y dice: Judá, Judá.
Con emoción victoriosa
(en su nota melodiosa),
…sigue en su: Judá, Judá,
hasta que su voz no dá.
Del fondo de la arboleda,
entre maizal y vereda,
se escucha la sinfonía
de toda esa cofradía,
que del exterminio queda.
Cañaveral 15201312
Fiesta
de zorros
En la apartada meseta,
donde camina el bribón,
se oye tremendo bullón
de una esquiva gallareta,
que anda demasiado inquieta.
Las aves en su estampida
dejaron en la corrida,
al zorro necesitado,
que al parecer no ha probado
ni un bocado de comida.
Es la urraca pregonera,
con ese aviso alarmante,
la que ubica al caminante
que va de la madriguera,
mirando a la cordillera.
Pero es el cánido hambriento,
malanochado y sediento;
el animal más ladino
que asecha por el camino
en busca de su alimento.
No importa la algarabía,
los silbos y los chillidos
-con todos sus alaridos-
del chilalo y compañía,
¡si el zorro está en cacería!
Son la culebra y la iguana,
el banquete en la mañana;
la tórtola y la paloma,
que van a andar en la loma,
son la merienda temprana.
Cuando ha gozado su vianda
y tiene su panza llena
se entrega a la vida buena
con esa jorga que anda
en verdadera parranda.
Esa zorrería astuta
que de libertad disfruta,
vive del bosque profundo
donde construye su mundo,
donde su espacio disputa.
Ellos viven una fiesta
entre el valle y la colina,
por donde el bosque se empina
con su colmada floresta,
a lo largo de la cuesta.
Corren, saltan en el día
en alegre cofradía;
juega, aúlla y se desliza
donde demarcó su liza,
el gran zorro y compañía.
Balsalito 10201340
Amanecer de otoño
Lluvia de octubre,
velo de encanto,
gasa de sueño:
caricia nueva
de la mañana.
Placer de canto
del mirlo alegre,
en la mojada flora
de la enramada.
Alas de frío.
Frío de vuelo en el alba.
Alba de octubre frío.
Rubor de flores ateridas.
Rocío dormido en la estancia.
Rumor de pájaros dormidos
Yace el encanto en las cosas,
de las que fluye la vida
llena de gracia y de sol
esta mañana..., de octubre.
Zarumilla 21200410
Mañana de otoño
Las rosas del camino
como novias
visten de escarcha
para el dorado otoño.
Octubre ha inventado
para hoy un invierno,
que ha puesto
frías y tristes las cosas.
Y bien parece,
que el cielo se viene
en finísima lluvia,
que no empieza
ni termina.
Es lluvia de encanto
que se va tejiendo
y nos cubre.
Es una mañana blanca
de pura nostalgia.
Una mañana de octubre,
dolorosa y trémula.
Huaquillas 24198710
Tedio de
verano
Al filo de la noche
el grillo ha callado
su canto.
¡Viene el verano!
El pajarito alegre
travieso y saltarín,
que llegaba al atardecer
con sus cantos...,
¡no ha venido!
La lluvia y su frescura,
se fueron en silencio;
y apenas queda
en el cáliz de las flores
la fragancia invernal.
De las cosas emerge el tedio
en una emanación fría.
Todo está vacío y triste;
hay ausencia
de luz en las cosas.
Chacras 04198417
La
temporada de enero
Siempre llena de
esperanza,
la temporada de
enero,
que se junta con
febrero:
pronostica la
bonanza,
cuando el nubarrón
avanza.
Aunque persista el
estío
hay confianza en el
gentío,
en que renazca la
flora
cuando se tienda la
aurora,
desde la colina al
río.
Pero siempre ha sido
cierto
en el bosque
ecuatorial,
que un periodo
estacional
ya habiendo el campo
cubierto
termine todo en
desierto.
Mas, el clima no
amilana,
ni al valle ni a la
sabana;
peor, al ser costanero
que se pone su
sombrero
muy temprano en la
mañana.
Santa Elena 18201406
Canto
del viento y la palmera
En la palmera hay nidos
y dátiles mecidos al viento
asolador del desierto.
Mora el oasis entre ritmos y tropeles,
donde expían cuitas los vivientes.
En el santuario vegetal,
da su sombra indulgente,
cuando más acosa la muerte.
Al norte, en el sur, al centro;
es la palmera reina de un cuento.
Silban sus hojas al viento
en ceremonioso juego,
íntimo y secreto.
Arde en el día Arizona
y en la noche el frío azota.
Canta la palma sola,
entre la aridez y la bruma,
asida en su regia estatura.
Yacen en su fronda las aves
en horas crepusculares.
El tecolote ve al cactus
el cactus a la palmera,
donde la canción suena.
Trina el canario y ofrece
su afinado miserere.
En la palmera azul,
de California y Sonora,
suenan himnos en su copa.
Hasta en los altos peñones de Sedona,
se oye una oblación gloriosa.
Por el Gran Cañón, entonan:
águila, liebre y lagartija
su gran oda a la vida.
Havasupai celebra su fiesta
ancestral y secreta.
Desde el gran retorno,
en las noches del otoño,
en Havasu Falls loan el agua.
Vuelan los halcones a lo lejos
sobre esos eriales extensos.
Desde el nuevo, hasta el viejo
México, nada está quieto
en ese hábitat seco.
El lar incierto y difuso
vocea salmos de luto.
La hermana agua:
casta y útil; enferma y triste,
aun en el oasis está por irse.
Todavía, Cuatrociénegas resiste
al viento, más el sol que derrite.
Hay un afán eterno
de espectacular evento,
por la sobrevivencia.
Vuela el cuervo y grazna
sobre el arenal que abrasa.
En el sotol juega y salta
el desconfiado jilguero
bajo el azul del cielo.
Canta el gavilán en la palmera
y en remolino vuela.
Va el viento a la roca,
al oasis, a la costa
con un afligido ulular.
Ulula el búho su cantito
solitario, nocturno y esquivo.
Brilla la luna diamantina
con su luz romántica
en la árida noche americana.
Desde el norte, afina
los mismos salmos de vida.
En la Patagonia aterida,
donde cala la brisa.
la palma
sobrevive.
Silban sus hojas al viento
con ímpetu de nuevo concierto.
Los pájaros idénticos
dejan a su paso trinos
y celestiales himnos.
Aves con nombres bellos
(y colores), vuelan tan lejos.
Cocoteros en nuevos desiertos:
refugios en oasis secos
de Sudamérica.
Ñacuñán ofrece más que soledad y brisa,
en su reserva de vida.
Bondades y secretos esconde
el desierto del Monte
en sus ecosistemas.
¡Las datileras se exhiben
al rigor, no se afligen!
Como en Atacama y Nazca
el erial asiste y abraza,
la palmera de vino.
El agua, los pájaros: necesarios,
con los reptiles y batracios.
Su canto necesario, se oye
sobre el horizonte
crepuscular de Sechura.
Hasta las abundantes dunas
llegan solemnes aleluyas.
No hay cocos bajo las hojas,
no hay hojas en las copas;
no hay palmas, no hay música.
Los alados migran ante el desbroce
silencioso, al asediado bosque.
El cuervo va a Huacachina
en busca del olivo
que dejó el diluvio.
No vuelve ya ese mensajero,
el loro trae el edicto nuevo.
¡La palma de cera
o no hay Semana Santa,
con ramos de propaganda!
El lorito orejiamarillo, recita
su tonada, desde el Quindío a Costa Rica.
Loros, pericos, guacamayas
hablan y anuncian proclamas
en la palmera real caribeña.
Hay en la Butia
Capitata, multicolores
loros, como acentos en sus canciones.
Pero en el nordeste, también hay palmeras,
con loros, tórtolas y carpinteros
que entonan afligidos ruegos.
Cantan por su hábitat manido;
claman por su existencia en vilo.
Donde hay armonía
está la cigarra de mayo,
que alegra el Bosque Chiquitano.
Ella entona el rezo
que se propaga en el eco.
En la Chiquitanía, cantan
chiquitos y grandes
bajo los palmares.
El tatú ora desde su escondite
donde habita y sobrevive.
En las tardes de otoño
se levanta un gran canto
para el Gran Chaco.
En la palma negra, danza y juega
la brisa, su musical faena.
Todas las aves oran a natura
su silvestre aleluya
al terminar la aurora.
La gran comarca se entona
entre la plegaria y la trova.
La palma: el cogollo grande
que soporta el clima
entre arenal y colina.
La canícula de Sullana
en todo se impone y abrasa
Lo siente el zorro enjuto,
que sin follaje y amigos
cuida a sus hijos.
Todos van al Bosque de Cuyas:
a la oblación en horas nocturnas.
La urraca que todo alborota,
cuando el chilalo canta,
alerta al que descansa.
Pronto el gavilán colorado
va al bosque más lejano.
En la playa, como olas, hay palmeras
en la brisa entonado epopeyas
en honor a Tumbes.
Mas, el precario litoral calla
con su floración aniquilada.
Cuando Pizarro bajó a la arena,
había tanto bosque desde la ribera,
donde plantó la cruz de la discordia.
Sin cruz ni bosques, languidecen prado
y cordillera, en un eterno verano.
En el bosque seco ecuatorial
quedan menos palmeras cantoras
para la voz del viento y sus loas.
Avanzan las ciudades invasoras,
sobre los bosques sin hojas.
Por la costa, de Ecuador a Perú,
el frágil boscaje retrocede,
donde el erial se establece.
Pero si hay palmeras, habrá nidos
y los gorjeos más lindos.
En el norte, al sur o en el centro,
donde el estiaje es duradero,
canta la palmera al viento.
Van en su copa preciosa
todos cantando su oda.
El tiempo y sus estaciones
dejan marcando en el tallo
el presente y el pasado.
Esa palmera del cuento
es la emperatriz del desierto.
Piura 11201623
CUARTA
PARTE
El misterio
se hace amor divino
en el bosque
fascinante,
propicio, acogedor.
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Canto de los amantes
“¡Qué hermosa eres, qué
encantadora,
amada mía, en medio de las delicias!”
“¡Oh tú, que habitas en los huertos!”
“¡Ven, amado mío! Salgamos al campo,
y pasemos la noche en las aldeas” *
¡Oh, palomita mía,
canta otra vez
para mi amada que está
en celo!
Me quiere para sí y
nada más.
Escondida en la
arboleda
con su cándido amor me
acecha.
Cuida con esmero
maternal:
flora, fauna y mis
pasos.
Ve por mí, lo mismo en
enero
como en los días de
otoño
para encelar su amor
con el mío.
…
Las aves corean las
estaciones
según el tiempo en los
bosques.
¿Dónde está el
ruiseñor que canta?
¡No! Él ha despertado
y entona
el mismo canto del
ruiseñor.
Glorifica la tierra
silbando el trino del
gorrión.
Mi amado canta en el
alba
y todo el día canta.
Ama el bosque, más que
a mí.
…
Su voz es a la
calandria
como mi adoración a
ella.
Aprecia el bosque, más
en otoño,
porque los pájaros ahí
comienzan
a amarse para el
invierno.
Mi amada recela de mí
porque amo las aves
canoras.
¡Y, no crean en sus
resabios:
son pasajeros
desplantes
para alejarme de las
flores!
…
Mi amado es amante
perfecto;
ama todo lo que toca.
Ahora, viene dejando
los guayacanes
porque me sabe
descalza
y lo espero desde
anoche.
Baja cantando
desprevenido
del collado a la
pradera.
Lía con juncos, flores
rojas
y ramas tiernas de
ébano,
para tapiar mi estancia.
…
Me espera impaciente
deshojando las últimas
margaritas.
Escondida entre los
overales
aguarda siempre en
desvelo,
para cubrirme en su
seno.
Mi amada es una amante
perfecta;
toca todo lo que
ama.
Hay sosiego en sus brazos,
tanta excitación en
sus manos,
y en su vientre: los
placeres.
…
Ha consagrado su vida
y su tiempo a la
causa.
Mi amado cuida la casa
cual cancerbero,
con lealtad enorme.
Entra a los arrecifes
y va a los picos
andinos.
Vuela con el cóndor,
y nada con el pez
grande:
su afán es incesante.
…
Mi amada vigila la
casa,
con devoción
probada.
Va con náyade a ver
las fuentes
que agota el estiaje
duradero;
del río va al páramo y
al cielo.
Cubre la hierba con
sus manos
para que en la aridez
no muera.
Guarda los rebaños en
su estancia,
lejos de la resolana,
procurando su
existencia.
…
Desde la última luna,
rola silente en la
manigua.
No ha venido a verme
en tantos días de sol
candente
y su voz no suena en
la brisa.
¡Crepita el bosque
seco
en el verano avieso!
El viento reseca el
llano
donde la sed agobia al
fauno;
y él, no viene a mi
encuentro.
…
Ninfa mía, mi refugio:
te busco en el follaje
mustio.
¡Que sepan todos los
mortales!
Viene su aroma en el
aire veraniego
para excitar mi sexo.
Todo el matorral huele
a palosanto
y en ese olor siempre
la hallo.
¡Oh, tortolita alegre,
canta otra vez
a mi amada que está en
celo,
porque he de amarla
como se merece!
* El cantar de los cantares del rey Salomón de la biblia
judeocristiana.
Paseo
terrenal
-Ven al bosque fascinante,
de aves fabulosas
que cantan jubilosas,
sus coros terrenales.
-¡No es un cielo,
amada Beatriz
es un Paraíso
terrenal!
Eva no vendrá
con el iluso Adán
a pervertir este edén
porqué acá no hay
manzanos.
Ven a verlo con mis ojos,
que los pájaros fantásticos
nos esperan cantando
himnos inmortales, tan silvestres.
-¡Conmigo, Beatriz, al bosque seco!,
no esperes a Dante y Virgilio,
ellos moran el limbo.
No hay más gracia al cielo
que esta floración de invierno
tendida en lontananza,
por el valle seco
que de amarillo entero
viste frondoso al guayacán
de añejo ancestro.
La senda, -mi dulce Beatriz-,
solo tiene pétalos fragantes
para tus angélicos pies,
que solo merecen
flores amarillas
en terrenal agonía.
-¡Ven a mi bosque florido!
Que los célebres poetas
nada saben de su encanto.
-Traed tu Divina gracia;
para los dos, ¡solo los dos,
dar el paseo terrenal,
que el maestro Dante
jamás pudo darte.
Las
Pampas 25201301
Tú, los nardos y el rocío
Esta vez, el otoño guardará
nardos azules de los que nacen
solo para los amores sublimes.
En diciembre impusiste tus ojos
y quebraste mis sueños,
cuando el rocío inundó la noche.
Tú, los nardos y el rocío,
llenan mis días solitarios
en este otoño,
en este valle,
en este bosque.
Pindal 11198624
Silencio nocturno
Profundo silencio
como un niño que duerme
en el fondo de la noche.
En los caminos,
en la neblina blanca;
Está en el ambiente,
en el misterio.
Tétrico el silencio.......,
..., herido en la quietud
por un extravío insomne
de una luciérnaga loca
y vagabunda.
Entretenido, a veces
por los pájaros extraños
que gozan del silencio
de los últimos bosques.
¡Silencio de miedo!
Frío ambiente
en tenebrosa arboleda ...,
dejando ir las horas...
Juega el silencio
con el viento que pasa...
..........., cala el silencio
entre los overales
en la luna llena.
Apacible silencio en sombras...
Mientras el humano duerme,
mientras renueva la vida,
mientras reina la calma.
Macará 09201214
Romance bajo el
bosque
En silencio y escondida
bajo el guayacán florido…,
de nuevo esperándome
con sus rosaditos labios,
con su fresquecito cuerpo,
con el insinuante gesto
de sus diafanísimos ojos.
Otra vez, en el árbol grande…,
de la añeja casa,
donde probó mis labios
y embriagó su boca...
Entonces, mis breves manos
en sus tibios pechos:
temblorosos, níveos...,
tocaron música en su inocencia.
Esa tarde de otoño
depuso indefensa su color
en la agitada noche.
En el misterio
de las horas presurosas,
henchido fuime
en su deseo
divagándola toda,
por fuera y por dentro,
con abundante
y loco apetito.
En su delirio,
sobre mi cuerpo estuvo
en el placer perdida
hasta los mismos cantos
de los chilalos del alba.
Divagamos la noche,
cual luciérnagas del bosque,
bajo el amparo del cielo
y la diamantina luna.
Como es de furtiva
la imagen del sueño,
ya en la naciente aurora,
ella se fue de mis brazos,
cual mariposa del alba.
¡Volvió! Yo la esperaba.
El recuerdo en su fugaz arrebato
nos hizo repetir la historia
con emociones nuevas.
No estuvo la luna, como entonces,
ni las estrellas de otoño;
pero estuvo la lluvia,
tan presurosa.
Y, el tiempo fue breve,
estrecho, corto, delgado
en la conjunción de nosotros;
en la entrega y su medida,
sobre tanto devaneo,
dulce y tierno que nos dimos;
que aún lo siento
y viviéndolo sigo,
aunque ya no es mía
pero en mi recuerdo vive.
Arenillas 21198507
Lluvia y espera
Enero trae sinfonías de agua
cuando ella no viene…,
su voz sigue ausente;
y la lluvia cae en el alma.
Es una esperanza de gozo
que acaricio distante
porque viene a mi encuentro;
pero la espero urgente,
con ateridas manos
y labios ardientes.
El cielo hoy es triste,
mas la lluvia me alegra
con su pertinaz canto
de gotas incesantes...
..., pero ella no llega,
aunque la deseo mojada.
Siento sus ojos soñadores
que halagan mis ojos.
Tiemblo aterido
en la emoción de sus labios.
¿Por qué la quiero si ella no viene?
Pero la quiero ausente...
El bosque tiene magia,
voces encantadas,
es huerto de amores escondidos.
La espero. ¡Ella viene...!
..., ¡como un sueño mágico...,
…, viene por el bosque!
Tumbes 19200601
Orgasmo de lluvia
¡Mujer: si en la lluvia
vienes como lluvia,
así, en la lluvia
te vas!
Nada es verme
felizmente inmenso,
cuando en pretexto de lluvia,
vienes a mi estancia
a mojarme en tu cuerpo
lleno de huracanes
y relámpagos de orgasmo.
Paita 11198402
Recuerdo de
lluvia
Te vi en la lluvia
buscando mis huellas.
Te vi,
en esa agua clara,
te vi,
y quise tocar tu voz,
mirarme en tus ojos negros;
pero fue imposible.
Te amo y te recuerdo
cuando hay lluvia:
lluvia fría de invierno
sobre el campo seco.
Bien sé que cuando llueva
habrás de entristecer
porque también vendrá
mi penoso recuerdo
en esa bruma.
Cuando llueva
vendrá mi recuerdo...,
como incienso que persigue
como pálpito que inquieta
como un grito que despierte
tu dormido corazón.
Playas 01198731
Tiempo de cantar a la tierra.
“…cada vez que él miraba el sol, la
luna
o los más pequeños animales,
su reacción era cantar,
incorporando en su alabanza
a las demás criaturas.” *
¡Tiempo de cantar! La
hora de la tierra ha llegado.
¡Celebrará y cantará
en gratitud el humano!
La hermana
agua: casta y dulce
-si de males sufre-,
pide un aleluya: nos
y vos.
El aire y el clima-hermanos gemelos-:
sin salud, sin alegría, sin relevos.
En el lago los nenúfares languidecen
-no más fulguran, mueren-
en la extraña opacidad del día:
Y la orquídea siempre esplendorosa:
pálida en el tedio sin color y sin aroma.
Semillas de genes manidos
asedian los bosques fatigados
sin reparar estragos.
Al menos, las aves resisten el acoso
desplegando su potente coro.
¿Quién como la tortolita que canta
en la cordillera y la pampa,
sabe el valor de su canto?
Canta el chilalo a cada hora un salmo,
para la flora y su encanto.
El mono con el jabalí y el puma
hacen eco en la espesura,
festejando su pervivencia.
Canta tú, cante él, cantemos;
cantad vosotros, canten ellos.
Salmos de júbilo pide la tierra:
de no estar enferma,
está gravemente sucia.
Los himnos privilegiados,
darlos a la madre tierra: nos y vos.
Canta la hierba estacional
con su olor vegetal
que excita el paisaje.
Oran lianas y bejucales
tejiendo los follajes.
Los rumiantes, paso a paso,
silenciosos rumian en el campo
sus secretas oraciones.
Con mi cara al sol, camino el verano;
con mis cabritas sedientas, canto.
El canto de los cantares
para adjurar los males
de la tierra, y a su tiempo.
*Carta
encíclica Laudato si’ del papa Francisco sobre el cuidado de la casa común.
EPÍLOGO
Pág/ en blanco
Bosque
adentro
Ir a su profundidad exuberante es una aventura
excitante que toca el espíritu y el cuerpo. Estacionar o dormir en la espesura
del bosque seco, especialmente en octubre, es como entregarse a los mejores
placeres que solo ofrece el mítico paraíso. No tiene par en sus méritos. No se
compara a ningún otro lugar terrenal: el silencio, las fragancias, los colores
no tienen igualdad ni parecido silvestre en otro espacio. El bosque del páramo
tiene belleza en su nostálgica soledad de bruma, con fragancias de helechos
siempre húmedos; pero el penetrante frío lo vuelve inhabitable. Tan agradable y
extraordinario es el bosque marino costanero, el agua azul da vida a una
inagotable fuente de maravillas que vuelan, que saltan, que se mueven sigilosas
en la salitrosa floración; sin embargo, ese real embeleso, mejor sería gozarlo
en el día, nunca en la noche. Sin quitarle virtudes, el bosque amazónico, tiene
magia y hermosura de sobra, como de incomodidades varias; quienes lo
intentaron, tienen incomodos recuerdos de esa húmeda y sofocante selva demasiado
verde y triste en las noches.
Mas, el bosque seco ecuatorial, desde donde lo
miren solo tiene virtudes, especialmente en la primavera de fragante follaje;
en el verano gris de abundante sombra; y en el largo otoño de amarillo
abundante; no hay mejor placer que un atardecer en octubre o en diciembre
cuando es bermejo gris el follaje del valle de Cazaderos, en las pampas de
Cayancas y Bejucal; por la manigua de
Matapalo, sobre las mesetas de Casitas,
las colinas de Amotape y Progreso; en cualquier parte del extenso bosque seco
transfronterizo. Ir en compañía y con buen equipaje, bastaría para darse una
noche de placer, de cantos nocturnales junto a la fauna que ahí habita libre y
feliz.
Pero el amanecer sonoro de pájaros cantarines que
aletean en sinfonía, por toda la floresta, cubierta de rocío estacional, en un
ambiente de olor a tierra mojada; es simplemente un sueño dentro de otro sueño,
un placer inexplicable, tan pocas veces logrado en la vida.
CONTRAPORTADA INTERIOR
Francisco Celi Encarnación
DOCENTE Y PERIODISTA
Literatura y periodismo, oficios que
han proyectado su vida; de ahí, su pasión por la gestión cultural y la
comunicación.
Profesor de Literatura, Licenciado en
Ciencias de la Educación por la Universidad Técnica de Machala. Es Máster en
Educación y Desarrollo Social por la Universidad Tecnológica Equinoccial;
cuenta con formación en Liderazgo Transformacional por la ESPOL y Comunicación Política
en la Universidad Católica de Quito. Diplomado Superior en Integración y
proyectos de desarrollo fronterizo Ecuador-Perú por la Universidad de Cuenca
(CESPLA). Diplomado Superior en Comunicación Corporativa por la Universidad
Técnica Particular de Loja.
Fue Secretario Ejecutivo de la Comisión
Permanente de Integración Cultural Ecuador-Perú (1996-2000). Director del
Periódico Binacional “El Centinela” (1998-2006). Gestor cultural del Proyecto
de Desarrollo Transfronterizo Tumbes-El Oro (2002-2005)
Dirigió la Casa de la Cultura
Ecuatoriana “Benjamín Carrión” de Huaquillas (2003-2005 / 2010-2012).
Corresponsal de la Revista Buen Viaje (2003-2020). Director de Comunicación y
Relaciones Públicas del Municipio de Lago Agrio (2006-2010). Docente de Lenguaje
Periodístico y, Redacción y Estilo, de la Carrera de Comunicación Social y
Coordinador-docente de la Carrera de Lengua y Literatura de la Universidad
Nacional de Loja (2011-2014). Director del Departamento de Educación y Cultura
del Municipio de Huaquillas (2014-2019). Docente de la cátedra: Sociedad
contemporánea, Contexto educativas del aprendizaje humano y, más; de la UTMACH
(2019). Director de la Corporación Cultural Fronteriza “Identidad y Memoria”
(2021-2022), voluntariado cívico para la gestión cultural.
Cofundador del Taller de Literatura y
de la revista literaria Huellas
(1990-1992), de la UTMACH, donde publicó poemas y cuentos (1992). En 1999
publicó su poemario: “Desde el silencio
de los días”. Es parte de una Antología de escritores fronterizos
Ecuador-Perú (2000). En 2001 publicó sus cuentos en la revista literaria Solticio de Chiclayo-Perú. En 2017 lanzó
su colección de cuentos: “Camino de la
frontera”. En 2018 editó su poema ambientalista “El nuevo canto del eterno cantar como era en un principio, ahora y
siempre y por los siglos de los siglos”. Ahora nos ofrece la colección de
poesía ecológica “Cantos del bosque
seco”.