jueves, 20 de enero de 2022

LIBRO DE POESÍA ECOLÓGICA "CANTOS DEL BOSQUE SECO"

Cantos

del

Bosque

Seco

 

 

 

Celi Francisco

 

 

 

 

 

 

 

Pág/en blanco

 

 

 

 

 

 

Poesía ecológica

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pág/en blanco

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Celi Francisco

Cantos del Bosque Seco

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pág/en blanco

 

 

 

 

 

 

“Creo que podría retornar y vivir con los animales,

son tan plácidos y autónomos. (…). Ninguno

padece la manía de poseer objetos.”

Hojas de hierba

Walt Whitman

 (1819-1892)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Convertid un árbol en leña

y podrá arder para vosotros;

pero ya no producirá

flores ni frutos.”

 

Rabindranath Tagore

Calcuta

(1861-1941)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ministerio de Cultura y Patrimonio

Instituto de Fomento a la Creatividad y la Innovación.

Líneas de Fomento

II CONVOCATORIA IFCI 2021

Artes Literarias

 

Título: Cantos del Bosque Seco

Ediciones Centinela

Celi Francisco

fceli01@gmail.com

Primera edición 2022

Tiraje: 1000 ejemplares

Diseño y diagramación: Sisgraf

Edición e Impresión Imprenta Sisgraf.

Huaquillas-El Oro-Ecuador

 

 

 

 

 

 

Una décima de bienvenida

 

En lo silvestre y precioso

el bosque seco inefable

guarda riqueza insondable

donde todo es prodigioso.

Es su recurso grandioso

entre la fauna y la flora,

que es mucho lo que atesora

y menos lo que se sabe,

como es la magia del ave

cuando canta y enamora. 

 

                                                                      

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pág/ en blanco

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

INDICE

 

1.      Prólogo            …………………………………………………….   11

PRIMERA PARTE

2.      Pregones de invierno   ……………………………………….           15       

3.      El bosque en llamas    .………………………………………           16

4.      Vuelve la lluvia al bosque      ….……………………………..         18

5.      Concierto en mi ventana         …………………………………        26

6.      El color del charán      …………………………………….…..         28

7.      Invernal           …………………………………………….…..         30

8.      Grillos de abril………………………………………………            31

9.      Nenúfares muertos      …………………………………….…..         32

10.  Hojas de un nuevo otoño        ……………………………….           34

11.   Fragancia de octubre  ……………………………………...            35

12.   Canto del bosque seco  ……………………………………..           36

                       

SEGUNDA PARTE

 

13.   Nos han quitado el bosque I  ……………………………………    45

14.   Nos han quitado el bosque II ……………………………    46

15.   Canto épico del gavilán         ……………………………………    48

16.   Fábula de la comadreja          ……………………………………    50

17.   El agua que corre en el río     ……………………………………    53

18.   Lagarto de río ……………………………………………    55

19.   Oda a Cazaderos en ocho décimas    ……………………………    57

 

TERCERA PARTE

 

20.   Canto en el algarrobo ……………………………………    63

21.   Sombra verde del guachapelí florido ……………………    65

22.   Apología de un chilalo cantor            ……………………………    67

23.   Letanía de una ardilla cantora            ……………………………    69

24.  Fiesta de zorros           ……………………………………………    72

25.  Amanecer de otoño     ……………………………………………    75

26.  Mañana de otoño        ……………………………………………    76

27.  Tedio de verano          ……………………………………………    77

28.   La temporada de enero          ……………………………………    78

29.   Canto del viento y la palmera            ……………………………    79

CUARTA PARTE

 

30.  Canto de los amantes  ………………………………………..          91

31.  Paseo terrenal ………………………………………..          97

32.  Tú, los nardos y el rocío         ………………………………..          99

33.   Silencio nocturno       ………………………………………..          100

34.   Romance bajo el bosque        ………………………………..          102

35.   Lluvia y espera           ………………………………………..          103

36.   Orgasmo de lluvia      ………………………………………..          107

37.   Recuerdo de lluvia     ………………………………………..          108

38.   Tiempo de cantar a la tierra   ………………………………..          109

 

 

EPÍLOGO

39. Bosque adentro     …………………………………        114

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Prólogo

 

UN HIMNO A LA VIDA

La belleza del lenguaje, la musicalidad y estética de sus versos, la connotación profundamente humana y comprometida, hacen de su obra poética un himno a la vida. Cantos del Bosque Seco, es una composición literaria que nace de la pluma reconocida de Francisco Celi Encarnación, sus versos son un auténtico cántico a la vida, a la naturaleza y un homenaje al ser humano sensible.

En esta obra literaria, el autor eleva su arte poético con una musicalidad y ternura, que la convierten en un himno a la naturaleza, a la biodiversidad. En su canto del viento y la palmera, encontramos la lucha y reafirmación por la vida, hoy en que la enajenación del ser humano, causa tanto dolor en el mundo, su poema es un canto de reafirmación por la vida y la esperanza:

 

En Cantos del Bosque Seco, el autor aborda temas universales, ideales y valores irrenunciables. Se convierte así, en un poeta ecologista consagrado, levanta la bandera irrenunciable en defensa de la biodiversidad, de la vida en todas sus expresiones.

 

Francisco Celi Encarnación, es ya una de las plumas más destacadas de las letras ecuatorianas; la grandeza de su condición humana, la magia y belleza de su verso cautivante, siempre serán la expresión más sublime de la universalidad de su inteligencia, sensibilidad y riqueza de su arte poético.

Felicitaciones.

                                                                                   

Mgs. George Ocampos Prado*

PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD MAYOR

 “SAN MARCOS” DE LIMA-PERÚ.

 

 

 

*Docente investigador, poeta y conferencista internacional. Es autor de varias obras poéticas y de investigación educativa. Es miembro de la Unión Mundial de Ecopoesía por la Vida.

                                            

 

 

 

 

 

 

 

 

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PRIMERA PARTE

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Tú, lector, tú te estremeces de vida y orgullo lo mismo que yo;

en consecuencia, para ti son los cantos que siguen.”

 

Walt Whitman

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Pregones de invierno

 

 

Vino el grillo mañanero

con su cantito invernal

todo festivo y banal,

como siempre plañidero,

pregonando el mes de enero.

Bastó esa lluvia ligera

en árida sementera

para que vuelva sonoro

ese grillerío en coro

sobre el erial de frontera.

 

¡Olor a tierra mojada!

Los bichos de la comarca

como saliendo del arca

comienzan con su cantada

entre noche y madrugada.

Hacen la estancia halagüeña

en ciudad como en la breña,

prodigando sinfonía

como dando epifanía

por la pascua navideña.   

 

                         

                                                                 Huaquillas 22201812

 

 

 

 

 

 

 

 

El bosque en llamas

 

Brisas y garúas

hacen del bosque

un santuario en llamas

que arde a un solo color.

 

La primera lluvia

del invierno entrante

pone en la campiña

antorchas de flores 

a un solo color.

 

Despierta alegre

el canto nuevo

de pájaros ilusos

y, férvidos guayacanes

vestidos de luz

brillante, abrasadora.

 

¡Es amarillo

el vasto milagro

que alumbra el bosque!

 

El guayacán florido en su punto

muestra una explosión de oro,

que no ha diferencia

al sol del ocaso.

 

Entra el invierno

en sinfonías de lluvia,

para incendiar el bosque

con nuevos arcoíris

y cantos silvestres.

 

Nada es igual al bosque

en su floración de enero.

Fluye amarillo el encanto

que va del cielo a la tierra,

que emociona la vida

que embriaga el alma.

                                                 

                                                         Zapotillo 31201301

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Vuelve la lluvia al bosque

 

          ** Preludio**

 

El viento surca   

el resecado bosque;

fría la tarde:

tétrico el horizonte.

Los tordos pían

su letanía;

la lluvia cae blanca y pertinaz:

renace verde la vida.

 

Con el viento, 

el fragor del invierno

viene otra vez.

La mojada fragancia

del bosque seco,

llega hasta la memoria;

tan seductora, otra vez.

 

Se abre la tierra 

olorosa y trémula

en la primera caricia;

blanda humedece

sus pliegues ocultos,

con tal deseo…, otra vez.

 

Entra la lluvia al litoral,

en otro temporal que canta

con el trino de los pájaros,

encelados de amor.

 

Del sur al poniente

que mira al levante,

se moja la tierra.

Del este hacia el norte,

que mira hacia el sur,

se excita hacia dentro

la tierra sedienta.

 

          ** I **

 

Se anegan las charcas,

las ranas se juntan

queriendo entonar

su fiesta pagana

en un largo croar:

por la mañanita,

o toda la noche;

en grande pregón,

por la retirada 

de acérrimo estiaje,

dañino y fatal.

 

Vuelven presurosas

las endebles garzas

vestidas de blanco;

al observatorio 

por esas quebradas

que ya se rebozan;

donde hay pececitos

de nuevos colores

que saltan y juegan

el agua flamante

que profunda horada 

el lecho caliente,

con tal prontitud;  

por larga ribera

hasta donde acuden

con abundante sed:

esquivos rumiantes

y unos roedores;

rapaces felinos,

más los voladores

de elegantes plumas.

También los reptiles

muy escurridizos,

que buscan ansiosos

el polvo limpiar;

mientras los anfibios:

-poetas y dicharacheros-,

siguen la tonada, 

en todas las pozas,

alegres cantando    

la gran bienvenida

del buen temporal.

  

 

     **  II **

 

En la sombra verde 

del fresco algarrobo,

hay fiesta de tordos

y pájaros tiernos 

que están celebrando

la lluvia invernal.

 

Con otra intención,

el astuto gavilán

acicálase el pecho

con refinada gracia

de buen cazador;

el ceibo grandote 

es su fortaleza,

la verdeante loma,

su real territorio.

Retoca y retoca 

su elegante traje,

para el gran banquete

del buen medio día.

 

Crece la hierba

en árido camino, 

por donde ligero

va el zorro bribón,

tras la esquiva perdiz,

que alegre sisea 

en los matorrales

por toda la aldea. 

¡Salta la iguana!

El zorro veloz,

ataca la cueva,

con instinto cierto

de cruel matador;

mas, el saurio presto  

gana la contienda 

cuando, acomedidos

los bravos chilalos 

arman alboroto,

delatando breve

al feo agresor,

que huye avergonzado,

con hambre y temor.

 

          ** III **

 

Hay en el follaje

un aire fragante

de capullos nuevos

y hojas recientes

que le dan encanto

al ambiente herbal.

Se oye en lo profundo

un himno silvestre

de oculto misterio.

El vasto santuario, 

canta su aleluya:

en sonata de hojas,

y fauna en concierto;

dando una oración,

toda pleitesía,

toda real ofrenda 

a divina natura. 

 

Todo a ras de tierra

está en agitación:          

suben con apuro

las enredaderas

y los bejucos largos

tienen ya tupido

el amplio follaje

donde hojas anchas,

acorazonadas, carnosas,

y de foliolos nimios

tejen verde alfombra

de belleza impar.

                                        

Verde el bosque seco

es todo un carnaval

de tantos colores:

que saltan, que corren

que vuelan, que brincan.

El mantis “religiosa”

se cuela en la hierba;

el grillo escondido

refina su canto;

pasa un arcoíris

de vuelo rasante

cuando vanidosa

una mariposa

se pone a bailar.

¡Mas, se inquietan las flores,

el aire se agita…,

se revuelve el ambiente!

…, y caen del maná,

en mantos de acuarela,

de uno a mil colores  

si llega un picaflor.

 

 

La hormiguita monda

sigue su largo camino

-con su carga en vilo -

para su cuartel.

Mientras la iracunda,

comadreja parda

ataca y espanta 

al armadillo arador,

que de buen morador 

va esquivo y paciente.

 

 

** IV**

 

Verde silencio en profusa vida

cuando el invierno termina.

Paz silvestre de ecos celestiales   

que se va en el tiempo.

 

Es el Paraíso seco

de última instancia:

que esquiva el estío,

que alarga la vida;

que vive en peligro. 

 

                                                                          Bejucal 19198401

 

 

 

 

Concierto en mi ventana

 

Fiesta de alegres cantores          

en profunda madrugada

para celebrar la llegada

de la estación de las flores.

Mayo se abre en sus albores;

y cantan en mi ventana

los grillos de la fontana,

con los sapos en concierto

para tenerme despierto

a las tres de la mañana.

 

Insectos en gran velada,

en ese acontecimiento

que parece todo un cuento

de ruidosa madrugada.

Es una fiesta exaltada

por lo demás colorida:

da su canción preferida

el moscardón timbalero,

y el grillo ensaya un bolero

que provoca la estampida.

 

La primavera está nueva

en el bosque silencioso,

terminado el bullicioso

quicuyeo de la gleba.

Como si ninguna eleva

la gardenia florecida,

un perfume que da vida

a las tantas mariposas

que de puro veleidosas,

se han dado una amanecida.    

  

   Progreso  18200905

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El color del charán

 

Cambió su tono el charán

por este acontecimiento:

cuando la lluvia y el viento

cayeron como huracán.

 

Largo tiempo de sequía

registró en el árbol su huella,

sufriendo el color su mella,

dejando su faz sombría.

 

Entre el gris y el tono oscuro

se debatía el ramaje

cuando no había celaje

para ahuyentar el conjuro.

 

Todo amaneció mojado

con la fragancia de invierno;

y como si fuera tierno,

todo se ve iluminado.

 

Agua en las hojas se ven

como gotas de cristal

dejando ver el ramal

como ha de ser el Edén. 

 

Tiene color y alegría 

ese frondoso charán

hacia donde llevarán 

las aves su algarabía.

 

El arbusto preferido,

de los rumiantes esquivos

o de todos los furtivos,

que buscan solar tupido.

 

Es el gran palacio verde,

con encanto y galanura,

mientras la lluvia perdura

(…), hasta que el color se pierde.

                                                                                    Chacras 11201503

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Invernal

 

Himno de misterio, 

que al ambiente vegetal canta 

y lento penetra en el alma

 

Matinal eco de prolongada lluvia

que impetuosa cae

sobre el cariz de la ciudad dormida.

 

Luna tierna de marzo,

niebla de eterna nostalgia

en la aurora trágica.

 

Tanto llueve con insistencia

de acosador diluvio

sobre el aterido campo.        

 

Llueve desde la madrugada

con insistencia invernal 

de luna tierna. 

                                                                            

                                                                                    Arenillas 19201203

 

 

 

 

 

 

Grillos de abril

 

Abril de fresca mañana,

de grillos cantarines

y pájaros de colores-

 

Mariposas en luz de abril,

cigarras en sinfonía;

cielo azul de primavera.

 

El colibrí danzante

se cuela etéreo

entre pálidas flores.

 

Los grillos no cantan

en su escondite:

oran su letanía.

 

música vana

-como el canto-

del grillo de esta mañana.”

 

Hay una plegaria

sacrosanta

en el manto del día,

abril nostálgico canta

su pálida melodía.                                                                           

                                                                      Paletillas 04201209  

Nenúfares muertos

 

Quietud del agua,

gozo de pompas,

de un solo día.

 La flor que nace...,

que ya se muere...,

derrocha gracia

belleza y canto.

 

Nenúfares muertos

en el ocaso!

Flora preciosa

en la mañana,

llena de vida

y de fragancias...

¡Pasiones mustias

a la oración!

 

La flor del agua

mece su gracia

en sinfonía

de una canción,

de los croantes

sapos del lago...,

de la pradera.

en floración.

 

Crece en el alba...,

esperando el día

de su oblación;

para más luego,

marchita-inerme

morir de prisa,

en el silencio

crepuscular.

          Huaquillas 11200215 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hojas de un nuevo otoño

 

Las hojas mustias

caen de nuevo

en la nostálgica tarde 

del naciente otoño.

 

El viento del sur,

mece las ramas

con ademán de juego,

como de costumbre;

mientras lleva

<a todas partes>

hojas caídas,

pétalos muertos, 

flores marchitas;

en un ir y venir

de acostumbrado canto.

 

Los nidos vacilan y se aferran,

los pájaros silban acongojados.

Trae sombras el atardecer

desde el lejano oriente; 

cuando las aves cantoras

remontan el vuelo,

en busca de abrigo y sueño

en la fría noche

de un nuevo otoño.

 

                                                                         Cerros de Amotape 11201106

Fragancia de octubre

 

Viene el aroma del bosque,

apenas cae la lluvia, 

<se enciende en olores> 

para irse en el viento.  

 

Húmeda y excitada la tierra

se vuelve fragancia tibia 

que llega a la memoria

como esperada nostalgia.

 

El bosque seco es fiesta

cuando llega la garúa;

octubre trae frescura

y encanto al follaje.

 

Bálsamo de hojas caídas

olor de tierra hacia dentro,

por la marchita enramada…,

con la garúa de octubre.      

       Balsalito 10200524

 

 

 

 

 

Canto del bosque seco

 

Cuando la estación de enero

trae la lluvia de invierno,

se convierte en un infierno,

la sabana y el estero,

con el quicuyeo entero.

Cuando canta la cigarra:

el grillerío hace barra;   

cuando la abejita zumba:  

el abejorro hace rumba…,

y todo el bosque hace farra.  

 

Ya lo confirmó el chilalo, 

en su canto mañanero;

que saluda al jornalero,

que prepara su robalo

en la huerta de Matapalo…:

…, llegó la garúa urgente 

en esa brisa caliente,

que cala bien en la tierra,

donde la raíz se aferra

y despierta la simiente.

 

Las voces del bosque seco

se elevan de la enramada,

dejando por la mojada  

llanura, el profundo eco,

como el sonido en un hueco.

En esa entramada breña

el buen hormiguero sueña

con el escaso alimento,

en su invadido aposento

donde el humano hace leña.

 

En las mañanas de cantos

es el bosque alucinante, 

donde vuela desafiante             

el gavilán., y otros tantos,                   

dueños de los palosantos,

algarrobos, ceibos viejos;           

donde forman sus festejos        

en concierto matinal,     

con tonadas que al final            

bien se escuchan a lo lejos.

 

Previniendo el huracán

la chiroca pende el nido,       

con cabuyas sostenido,

entre ceibo y guayacán,

donde no la alcanzarán.

En cambio, para la iguana,

que parece una haragana,

el árbol es lo de menos

para sus días amenos,

en esa vida montana.

 

Con el sol de mediodía,

entre la verde campiña   

el chiverío se apiña

(en inquieta compañía),

en la guarida sombría.

En la febril resolana;

muy desafiante y galana, 

la rama del algarrobo

cobija a cabrito y lobo

y a la más amplia “chacana”.  

 

 El abundante overal,

en la profunda manigua,

es una vivienda antigua

de la avispa y su panal    

o de la araña otoñal.

No así, el buen tamarindo:

de Quebrada Seca al Pindo

¡qué manjar del bosque seco!,

se levanta junto al checo

para crecer de lo lindo.

 

Allá en las Pampas del Tono

el bosque sufre el estío 

apagando el griterío

de la vecindad del mono…

…, cuando mayo cambia el tono.

La ardilla de Bejucal

con su cantito banal

anuncia el atardecer

mientras comienza a comer

brincando por el faical.

 

Cuando se acerca el ocaso

el gran carpintero truena,

en la bamba que faena

al fragor del picotazo,

…, que deja el árbol cedazo.

Cuando el frío sol se inclina,

la garza su vuelo empina

hacia el santuario manglar,

donde ella tiene su hogar,

entre la rama y la espina.

 

Hay un gran jolgorio de tordos

en esa oscura hondonada,

convirtiendo la ramada

en un festival de sordos,

con unos líos…, bien gordos!

El tigrillo se agazapa,

la paloma se le escapa

en el boscaje sombrío;

donde prima el griterío,

y la lechuza es la guapa.

 

Es la tierra más fecunda,

que desde el Puyango al mar

riega y abona sin par,

el río Tumbes, que inunda 

cota y ribera profunda.

Recorre hasta el litoral

para formar el mural,

en esa verde ensenada,

que detenga la avanzada

de ese desierto fatal.

 

En épocas preteridas

fue el Zarumilla un vergel

con abundante agua y miel 

de flora y fauna: esparcidas;

ya en extremo consumidas.

Era el solar que natura,

fuera de toda mesura, 

creó para la existencia

en pacífica vivencia,

de grande y nimia criatura.

 

En los bosques protegidos,

de los Amotape al mar,

desde Tumbes son el lar

de los loritos…, vendidos

¡demasiado perseguidos!

En la Reserva Arenillas,

con la fronteriza Huaquillas,

viven tan amenazados

los perseguidos venados…

..., con hormigueros y ardillas…

 

Perdido en esa espesura

el chilalo anuncia la hora,

de adentrarnos a la flora

y disfrutar la hermosura,

por esa extensa llanura.

En el color del verano

que se dibuja temprano;

el algarrobo echa flor,

la cereza es un primor   

hasta el invierno cercano.

 

Ya en enero es amarillo,

todo el guayacán florido

de encanto y luces vestido,

dejando un tono sencillo

y sobre el paisaje un brillo.

También el musgo abundante

con su tejido elegante

bien engalana la breña

y a la fiesta navideña

le da un pesebre exultante.

 

Este bosque ecuatorial,

es la herencia prodigada

de la prole antepasada;

que se volverá un erial

si aumenta el daño ambiental.

Gran deber pendiente

para toda la gente

sustentar bien, fauna y flora;

porque va llegando la hora

de salvar tierra y simiente.

                                      Zarumilla 14201007    

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SEGUNDA PARTE

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Todos son armonía

en su espacio vital.

Gobiernan su equilibrio

con lenguajes

y signos silvestres.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pág/ en blanco

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nos han quitado el bosque I

 

Ya nos han quitado el bosque,

para hacerlo sementeras

amén de camaroneras,

en un desalmado trueque

 

Esa falaz coyuntura

de política contienda,

es una medida horrenda

que a la destrucción empuja.

 

Ese que fuera refugio

del venado y del tigrillo,

se reduce a un cuartillo

de territorio asediado.

 

La Reserva es enunciado 

que ya no tiene valor,

puesto que fue el Gran Señor*

el que la dio a un centavo.

 

Pierde natura otra vez

en la codicia atrevida

que en procaz arremetida

va derribado el vergel.

                                                                                         Arenillas 02201428

Nos han quitado el bosque II

-         I  -

Antes fueron hacendados

los que impusieron su ley

sobre la gente y el buey,

con esos cepos malvados,

frente a la iglesia instalados.

Sometiendo al campesino,

el gamonal asesino,

con la autoridad y el juez

se adueñaron otra vez,

del bosque, río y camino.

 

-         II  -

 

Hubo en Alfaro esperanza,

en la frontera olvidada,

de someter a la espada

con la debida pujanza,

del amo su mala andanza.

Y, nada se corrigió,

ni cuando el Perú invadió;

aun cuando fue Cazaderos

un pueblo de guerrilleros,

que a la Patria defendió.

 

-         III  -

 

Aquellos terratenientes

se fueron del territorio,

dejando el signo mortuorio

para las nuevas simientes

que lo guardan en sus mentes.

Pero sigue la tragedia

como lo era en la Edad Media,

con los siervos de la gleba,

que una costumbre longeva,

sirve al tirano que asedia.

 

-         IV    -

 

En ese cambio de dueños 

extranjeros* y locales

llegan trayendo sus males

con “proyectos” halagüeños

como cantos navideños.

Luego es la comunidad

desprovista de maldad

la que “entrega” el territorio

por un mísero abalorio,

cediendo su propiedad.

                                                                           Zapotillo 07201420

 

 

*Naturaleza y Cultura Internacional, ONG de origen extranjero,

 compró alrededor de 10 mil hectáreas de bosque seco en la frontera

 sur de Ecuador, en el valle de Cazaderos-Zapotillo-Loja.

 

Canto épico del gavilán

 

Érase el ave refinada

de plumaje elegante                  

y fantasiosos colores.

 

Érase un depredador

de vuelo artero 

en veloz estampida.

 

Érase un bello gavilán

arisco y calculador,

de feroz asalto.

 

Érase el señor del guayacán

que otea la inerme presa,

para sus feroces garras.

 

Érase un ave rapaz

que todos querías lejos

por su índole ensañadora.

 

Érase un gavilán colorado

con más tonos y matices,

de imponente mirada.

 

Érase el más odiado

en el confín del Bosque Seco,

donde esconde su morada.

 

Érase un cazador cazado

por el campesino iracundo

cuando no encuentra sus pollos.

 

Érase un ave arisca

entre ramas del alto ceibo

que un disparo fatal derribó.

 

Érase una guerra 

por el territorio

entre depredadores.                                  

                                                          Cerecita 12201306

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fábula de la comadreja

Habló así la comadreja

ante sus hijos reunidos,

que muy bien entretenidos

oían la historia añeja-. 

 

Había una vez, ¡tan lindo!

un bosque demás repleto

de pájaros bien completo,

sin que falte un tamarindo.

 

Contaba la historiadora

que era cierta la abundancia,

de la flora su fragancia,

en la tierra encantadora.

 

Cuando más entusiasmados

los críos atestiguaban

y muy atentos continuaban,

no vieron a los venados.

 

Pudo a tiempo protegerlos

la relatora celosa,

de esa tropa pretenciosa

que no solo vino a verlos.

 

La que habló fue una venada,

anciana podía ser,

por su modo y proceder

al frente de la manada.

 

Nada de lo dicho es cierto,

hoy no cuenta lo pasado,

pues usted no ha comentado

que nos acecha el desierto.

 

Un formidable rumiante

de coposa cornamenta;

que toda historia si cuenta

desdijo a su acompañante. 

 

Que el pasado fue mejor

hay un refrán que nos dice,

será entonces que precise

que ahora estamos peor.

 

¡Se agitó la comadreja!,

con tan sabia exposición

que le aclaró la visión

hasta dejarla perpleja.

 

Han matado a mis hermanos,

ya mi prole se acabó,

abatida reclamó,

la joven de los montanos.

 

Al bosque, ya lo han talado

como mejor han podido

pero ahora el más jodido

es mi grupo acorralado.

 

El macho alfa argumentó

con visible desaliento;

que mostraba sufrimiento,

eso al final se notó.

 

Esa mustélida sola

volvió su prole a la cueva,

cuando por la senda nueva

iban batiendo su cola. 

 

La urraca siempre agorera,

que escuchó a la comadreja

le pidió la moraleja

de la historia verdadera.

                                                          Cerros de Amotape 11201427

 

 

 

 

El agua que corre en el río

 

Como el funesto Leteo,

trae agua contaminada,

en estío y crecentada, 

con ese color tan feo.

 

Era el caudaloso río,

toda diversión y vida,

donde sobraba comida

para el zoo y el gentío.

 

Cuando en las cumbres lejanas

no sacaban minerales,

los humanos y animales

gozaban de vidas sanas.

 

Cruza por el bosque seco

dejando el miasma letal 

con un murmullo fatal

que se propaga en el eco. 

 

Ese manantial que fuera,

en épocas ya lejanas,

pide un vuelo de campanas

para el instante que muera.

 

Tendrá luto el campesino,

que vive por la ribera,

en su pobre sementera

al vaivén de su destino.

                                                      Gramadales 02201427

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lagarto de río

 

Es del Tumbes y Puyango

un huésped muy importante,

aunque no tiene talante 

 de amiguero ni confiado.

 

Cruza el río, con el serpenteo

acostumbrado de lagarto viejo,

para irse al cubil añejo

donde no corre peligro.

 

Otea el sombrío horizonte,

con sus ojos siempre abiertos

a los avatares inciertos

que se esconden en la orilla.

 

El saurio teme y sobrevive

al tiempo, entre arremetidas

del hombre, y las crecidas

químicas de las alturas auríferas.

 

Vecino del bosque seco,

huérfano y solitario;

es eterno sedentario

para alejarse del riesgo.

 

Extinguidos ya, el pez y la tortuga,

migraron los batracios

hacia otros espacios,

lejos del agua turbia.

 

Pero ahí sigue el cuaternario,

en su hábitat preferido,

aunque a veces escondido

entre ribera y remanso.

                              

                                                         Gramadales 01201428

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Oda a Cazaderos en ocho décimas

           

                        I

 

Todo el valle es un encanto     

donde la paz y alegría              

tienen lugar noche y día           

cual un edén sacrosanto.          

Es el lar donde hay tanto         

para observar y gozar               

de lo que el bosque ha de dar,  

en prodigiosa abundancia

de leche, miel y fragancia        

como un divino hontanar.        

 

                        II

 

Cuenta la historia en su seno

lo que pasó en Cazaderos

cuando los males arteros

invadieron el terreno.

De fuerza y bravura lleno

todo el pueblo campesino,

fue quien paró al asesino,

que quiso asaltar Progreso

justo en el punto de ingreso

de la quebrada al camino.

 

                        III

 

¡Esa tragedia vivida

allá en el cuarenta y uno!,

donde no quedó ninguno

a salvo de la estampida:

el hacendado fue en la huida

dejando tierra y riqueza,

en tanto que en la pobreza

el campesino y soldado,

ni siquiera del estado

recibieron fortaleza.

 

                        IV

 

El Guásimo fue perdido

en el ataque fatal

de ese ejército infernal

que se metió en un descuido.

Pero luego fue vencido

ahí en la quebrada grande;

para que nunca más ande

amenazando el emporio

de este bello territorio;

y jamás cauce el desbande.

 

                        V

 

Si la Patria quedó herida,

la familia desmembrada,

y la tierra desolada:

por esa guerra homicida;

¡no ha sido más ofendida

el alma del fronterizo,

que del olvido enfermizo

del país del centralismo

que sigue siendo lo mismo

a pesar del compromiso!

 

                        VI

 

Fue la infamia o felonía

con su clandestina acción,

que se ensañó en la traición

como Luzbel lo quería.

Cuando borraron un día

el nombre de Cazaderos,

creyeron los majaderos

su vanidad celebrar,

a condición de humillar

a los pobres comuneros.

 

 

                        VII

 

Pero sigue la esperanza,

con la pasión y el amor

en todo el lindo Ecuador

que habrá de alcanzar bonaza.

Mas solo tendrá confianza

en la fuerza arrolladora

de la lucha redentora

del pueblo con su unidad,

que acabará la maldad

como lo ha hecho hasta ahora.

 

VIII

 

Alfaro marcó la senda,

y es en su excelsa memoria,

que en redobles de victoria;

el montubio da su ofrenda.

Quedó olvidada la hacienda,

también la guerra perversa;

mas no se olvida por fuerza:

la injusticia y el discrimen

de autoridades que oprimen…

…,¡ hasta que Él, su ira no ejerza! 

                                                                                   

 

                                                                                Cazaderos 12201221

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

TERCERA PARTE

 

 

 

 

 

 

 

 

Canta el bosque

- y no deja de cantar-

la victoriosa arremetida

del invierno breve,

vital, imprescindible;

que somete al estío,

que anima la vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pág/ en blanco

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Canto en el algarrobo

 

Canta alegre en la mañana,

-esa paloma preciosa-

una nota melodiosa,

como una albricia galana

que llega hasta mi ventana.

Tiene su insistente canto

una evocación de llanto

que la memoria acaricia

desde que el arrullo inicia,

que me ha dado ya un quebranto.

 

Hace gala en su concierto,

sobre el ramaje florido

de mi algarrobo querido,

que tiene un embrujo cierto

-la cantora del desierto-.

Cuando la escucho entonar

me encanta tararear

asomado a mi balcón

donde gozo la canción

que me vino a regalar. 

 

Trae alegre en la mañana,

la profusa algarabía

del bosque y su fantasía,

que la mensajera arcana

tan graciosamente afana.    

Sabe traducir en canto

ese rezo sacrosanto

que prodiga la alborada,

en la noche y madrugada,

en gozo y delirio tanto.                                              

                                                           Huaquillas 10201512

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sombra verde del guachapelí florido

 

Refugio siempre verde

que acoge mi cansancio

de agotadora senda.

 

Gracia de elegantes ramas,

de flores y hojas ornadas,

que vacilan al viento.

 

Sombra de invernal follaje

que ampara del resplandor 

cuando fragua el medio día.

 

La brisa juega inquieta

en la extensa sabana

del alegre litoral.

 

Crece veloz la floresta

llena de tantos ecos

y de fragancias llena.

 

El guachapelí es un santuario

de verde enigma

en el denso bosque.

 

Las volátiles mariposas

dejan en él estelas de vuelo

como fantasmas ardientes.

 

En todo el guachapelí

hay una casa entera

llena de pájaros confiados.

 

Y en cada rama, un nido

germina un canto nuevo

de tiernas aves.

 

Entonces, bajo el robusto tronco,

y para amainar la tarde,

pongo la hamaca de hilo.

 

Y, al vaivén de las horas,

mezo mi solariega vida,

bajo el guachapelí florido.

 

                                                                            Huaquillas 01201203

 

 

 

 

 

 

Apología de un chilalo cantor

 

Hay tiempo para todo

en su itinerario silvestre,

sin mínimo retraso

para el perfecto canto.

 

No duerme bien

el dios Cronos del bosque,

en espera de las horas presurosas.

 

Canta a la hora exacta

con la emoción nueva

del naciente día,

cuajado de luz.  

 

El emplumado arquitecto,

de laborioso pico,

esconde una ciencia

en su reloj incomparable.

 

Todo está vigilado

desde su alto palacio

de sólida arcilla,

a prueba de huracanes.

 

Gran señor feudal

de libérrimo bosque,

con suprema autoridad

para anunciar el tiempo.

 

El caballero andante

de vistosa armadura,

camina desde el alba

hasta la misma noche.

 

No hay descanso

en su melodioso canto:

que anuncia el tiempo,

que alerta la vida.

 

Santa Rosa 23201302

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Letanía de una ardilla cantora

 

Llega hasta el maíz la ardilla

sigilosa y escondida

en busca de su comida;

comandando su cuadrilla,

para empezar en la orilla.

En su original labor

tiene un buen competidor:

en la legión del perico,

que por demás come rico,

robando al agricultor.

 

Como es ágil trepadora,

arisca y escurridiza,

toma su bocado a prisa

y regresa hacia la flora,

que ha sido su protectora.

Ya con la pancita llena

se busca una rama buena,

en la arboleda cercana,

para iniciar la jarana

hasta que venga la cena.

 

Si el chilalo las divisa

o si las ven las urracas;

estando gordas o flacas,

tendrán que saltar a prisa

dándose una buena brisa.

Se hace grande el alboroto

sin que nadie ponga coto,

al bullicio de las zoñas

tras las ardillas bisoñas,

que corren a lo remoto.

 

Si el acoso es repetido,

la ardilla desesperada

se refugia en la ramada,

en su rincón escogido

donde inicia su gemido.

Conjura toda ofensiva

con oración rogativa

y la señal de la cruz,

como llamando a Jesús

para mantenerse viva.

 

Ella se persigna breve

para que así no le alcance

la pedrada que le lance,

-el labrador con su jebe-

así sea fuerte o leve.

Si la amenaza pasó

¡por lo mucho que rezó!;

comienza su letanía

con evidente alegría,

porque su fe la salvó.

 

Y dice: Judá, Judá.

Con emoción victoriosa

(en su nota melodiosa),

…sigue en su: Judá, Judá,

hasta que su voz no dá.

Del fondo de la arboleda,

entre maizal y vereda,

se escucha la sinfonía

de toda esa cofradía,

que del exterminio queda.

                                                          Cañaveral 15201312

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fiesta de zorros

 

En la apartada meseta,

donde camina el bribón,

se oye tremendo bullón

de una esquiva gallareta,

que anda demasiado inquieta.

Las aves en su estampida

dejaron en la corrida,

al zorro necesitado,

que al parecer no ha probado 

ni un bocado de comida.

 

Es la urraca pregonera,

con ese aviso alarmante,

la que ubica al caminante

que va de la madriguera,

mirando a la cordillera.

Pero es el cánido hambriento,

malanochado y sediento;

el animal más ladino

que asecha por el camino

en busca de su alimento.

 

No importa la algarabía,

los silbos y los chillidos

-con todos sus alaridos-

del chilalo y compañía,

¡si el zorro está en cacería!

Son la culebra y la iguana,

el banquete en la mañana;

la tórtola y la paloma,

que van a andar en la loma,

son la merienda temprana.  

 

Cuando ha gozado su vianda

y tiene su panza llena

se entrega a la vida buena

con esa jorga que anda

en verdadera parranda.

Esa zorrería astuta

que de libertad disfruta,

vive del bosque profundo

donde construye su mundo,

donde su espacio disputa.

 

Ellos viven una fiesta

entre el valle y la colina,

por donde el bosque se empina

con su colmada floresta,

a lo largo de la cuesta.

Corren, saltan en el día

en alegre cofradía;

juega, aúlla y se desliza

donde demarcó su liza,

el gran zorro y compañía.

                                                        Balsalito 10201340

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Amanecer de otoño

 

 

Lluvia de octubre,

velo de encanto,

gasa de sueño:

caricia nueva

de la mañana.

 

Placer de canto

del mirlo alegre,

en la mojada flora

de la enramada.

 

Alas de frío.

Frío de vuelo en el alba.

Alba de octubre frío.

 

Rubor de flores ateridas.

Rocío dormido en la estancia.

Rumor de pájaros dormidos

 

Yace el encanto en las cosas,

de las que fluye la vida

llena de gracia y de sol

esta mañana..., de octubre.

                                                             

                                                                    Zarumilla 21200410

 

Mañana de otoño

 

 

Las rosas del camino

como novias 

visten de escarcha

para el dorado otoño.

 

Octubre ha inventado

para hoy un invierno,

que ha puesto

frías y tristes las cosas.

 

Y bien parece,

que el cielo se viene

en finísima lluvia,

que no empieza

ni termina.

 

Es lluvia de encanto

que se va tejiendo

y nos cubre.

 

Es una mañana blanca

de pura nostalgia.

Una mañana de octubre,

dolorosa y trémula.

                                         

                                                                                    Huaquillas 24198710    

Tedio de verano

 

Al filo de la noche

el grillo ha callado 

su canto.

¡Viene el verano!

El pajarito alegre

travieso y saltarín,

que llegaba al atardecer

con sus cantos...,

¡no ha venido!

 

La lluvia y su frescura,

se fueron en silencio;

y apenas queda

en el cáliz de las flores

la fragancia invernal.

 

De las cosas emerge el tedio

en una emanación fría.

Todo está vacío y triste;

hay ausencia

de luz en las cosas. 

                                                           Chacras 04198417                                                                                                                                           

 

 

La temporada de enero

 

Siempre llena de esperanza,

la temporada de enero,

que se junta con febrero:

pronostica la bonanza, 

cuando el nubarrón avanza.

Aunque persista el estío

hay confianza en el gentío,

en que renazca la flora

cuando se tienda la aurora,

desde la colina al río.

 

Pero siempre ha sido cierto

en el bosque ecuatorial,

que un periodo estacional

ya habiendo el campo cubierto

termine todo en desierto.

Mas, el clima no amilana,

ni al valle ni a la sabana;

peor, al ser costanero

que se pone su sombrero

muy temprano en la mañana.

                                                            Santa Elena 18201406

 

 

 

Canto del viento y la palmera

 

                                 

En la palmera hay nidos

y dátiles mecidos al viento

asolador del desierto. 

 

Mora el oasis entre ritmos y tropeles,

donde expían cuitas los vivientes.

 

En el santuario vegetal, 

da su sombra indulgente,

cuando más acosa la muerte.  

 

Al norte, en el sur, al centro;

es la palmera reina de un cuento.

 

Silban sus hojas al viento

en ceremonioso juego,

íntimo y secreto.

 

Arde en el día Arizona

y en la noche el frío azota.

 

Canta la palma sola,

entre la aridez y la bruma,

asida en su regia estatura.

 

Yacen en su fronda las aves

en horas crepusculares. 

 

El tecolote ve al cactus

el cactus a la palmera,

donde la canción suena.

 

Trina el canario y ofrece

su afinado miserere.

 

En la palmera azul,

de California y Sonora,

suenan himnos en su copa.

 

Hasta en los altos peñones de Sedona,

se oye una oblación gloriosa.

 

Por el Gran Cañón, entonan:

águila, liebre y lagartija

su gran oda a la vida.

 

Havasupai celebra su fiesta

ancestral y secreta.

 

Desde el gran retorno,

en las noches del otoño,

en Havasu Falls loan el agua.

 

Vuelan los halcones a lo lejos

sobre esos eriales extensos.

 

Desde el nuevo, hasta el viejo

México, nada está quieto

en ese hábitat seco.  

 

El lar incierto y difuso

vocea salmos de luto.

 

La hermana agua:

casta y útil; enferma y triste,

aun en el oasis está por irse.

 

Todavía, Cuatrociénegas resiste

al viento, más el sol que derrite.

 

Hay un afán eterno

de espectacular evento,

por la sobrevivencia.

 

Vuela el cuervo y grazna

sobre el arenal que abrasa.

 

En el sotol juega y salta

el desconfiado jilguero

bajo el azul del cielo.

 

Canta el gavilán en la palmera

y en remolino vuela.

 

Va el viento a la roca,

al oasis, a la costa

con un afligido ulular.

 

Ulula el búho su cantito

solitario, nocturno y esquivo.

 

Brilla la luna diamantina

con su luz romántica

en la árida noche americana. 

 

Desde el norte, afina

los mismos salmos de vida.

 

En la Patagonia aterida,

donde cala la brisa.

 la palma sobrevive.

 

Silban sus hojas al viento

con ímpetu de nuevo concierto.

 

Los pájaros idénticos

dejan a su paso trinos

y celestiales himnos.

 

Aves con nombres bellos

(y colores), vuelan tan lejos.

 

Cocoteros en nuevos desiertos:

refugios en oasis secos

de Sudamérica.

 

Ñacuñán ofrece más que soledad y brisa,

en su reserva de vida.

 

Bondades y secretos esconde

el desierto del Monte

en sus ecosistemas.

 

¡Las datileras se exhiben

al rigor, no se afligen!

 

Como en Atacama y Nazca 

el erial asiste y abraza,

la palmera de vino.

 

El agua, los pájaros: necesarios,

con los reptiles y batracios.

 

Su canto necesario, se oye

sobre el horizonte

crepuscular de Sechura.

 

Hasta las abundantes dunas

llegan solemnes aleluyas.

 

No hay cocos bajo las hojas,

no hay hojas en las copas;

no hay palmas, no hay música.

 

Los alados migran ante el desbroce

silencioso, al asediado bosque.

 

El cuervo va a Huacachina

en busca del olivo

que dejó el diluvio.

 

No vuelve ya ese mensajero,

el loro trae el edicto nuevo.

 

¡La palma de cera

o no hay Semana Santa,

con ramos de propaganda!

 

El lorito orejiamarillo, recita

su tonada, desde el Quindío a Costa Rica.

 

Loros, pericos, guacamayas

hablan y anuncian proclamas

en la palmera real caribeña.

 

Hay en la Butia Capitata, multicolores 

loros, como acentos en sus canciones. 

 

Pero en el nordeste, también hay palmeras,

con loros, tórtolas y carpinteros

que entonan afligidos ruegos.

 

Cantan por su hábitat manido;

claman por su existencia en vilo.

 

Donde hay armonía

está la cigarra de mayo,

que alegra el Bosque Chiquitano.

 

Ella entona el rezo

que se propaga en el eco.

 

En la Chiquitanía, cantan

chiquitos y grandes

bajo los palmares.

 

El tatú ora desde su escondite

donde habita y sobrevive.

 

En las tardes de otoño

se levanta un gran canto

para el Gran Chaco.

 

En la palma negra, danza y juega

la brisa, su musical faena.

 

Todas las aves oran a natura

su silvestre aleluya

al terminar la aurora.

 

La gran comarca se entona

entre la plegaria y la trova.

 

La palma: el cogollo grande 

que soporta el clima

entre arenal y colina.

 

La canícula de Sullana

en todo se impone y abrasa

 

Lo siente el zorro enjuto,

que sin follaje y amigos

cuida a sus hijos.

 

Todos van al Bosque de Cuyas:

a la oblación en horas nocturnas.

 

La urraca que todo alborota,

cuando el chilalo canta,

alerta al que descansa.

 

Pronto el gavilán colorado

va al bosque más lejano.

 

En la playa, como olas, hay palmeras

en la brisa entonado epopeyas

en honor a Tumbes.

 

Mas, el precario litoral calla

con su floración aniquilada.

 

Cuando Pizarro bajó a la arena,

había tanto bosque desde la ribera,

donde plantó la cruz de la discordia.

 

Sin cruz ni bosques, languidecen prado

y cordillera, en un eterno verano.

 

En el bosque seco ecuatorial

quedan menos palmeras cantoras

para la voz del viento y sus loas.

 

Avanzan las ciudades invasoras,

sobre los bosques sin hojas.

 

Por la costa, de Ecuador a Perú,

el frágil boscaje retrocede,

donde el erial se establece.

 

Pero si hay palmeras, habrá nidos

y los gorjeos más lindos.

 

En el norte, al sur o en el centro,

donde el estiaje es duradero,

canta la palmera al viento.

 

Van en su copa preciosa

todos cantando su oda.

 

El tiempo y sus estaciones

dejan marcando en el tallo

el presente y el pasado.

 

Esa palmera del cuento

es la emperatriz del desierto.

                                                            Piura 11201623

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CUARTA PARTE

 

 

 

 

 

 

 

El misterio

se hace amor divino

en el bosque fascinante,

propicio, acogedor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pág/ en blanco

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Canto de los amantes 

 

“¡Qué   hermosa   eres, qué   encantadora,

amada mía, en medio de las delicias!”

“¡Oh tú, que habitas en los huertos!”

 

“¡Ven, amado mío! Salgamos al campo,

y pasemos la noche en las aldeas” *

 

 

¡Oh, palomita mía, canta otra vez

para mi amada que está en celo!

 

Me quiere para sí y nada más. 

Escondida en la arboleda

con su cándido amor me acecha.

 

Cuida con esmero maternal:

flora, fauna y mis pasos.

 

Ve por mí, lo mismo en enero 

como en los días de otoño

para encelar su amor con el mío.

      

                   

 

Las aves corean las estaciones

según el tiempo en los bosques.

 

¿Dónde está el ruiseñor que canta?

¡No! Él ha despertado y entona

el mismo canto del ruiseñor.

 

Glorifica la tierra

silbando el trino del gorrión.

 

Mi amado canta en el alba

y todo el día canta.

Ama el bosque, más que a mí. 

             

                

 

Su voz es a la calandria

como mi adoración a ella.

 

Aprecia el bosque, más en otoño,

porque los pájaros ahí comienzan

a amarse para el invierno.

 

Mi amada recela de mí

porque amo las aves canoras.

 

¡Y, no crean en sus resabios:

son pasajeros desplantes

para alejarme de las flores!

 

                

 

Mi amado es amante perfecto;

ama todo lo que toca.

 

Ahora, viene dejando los guayacanes

porque me sabe descalza

y lo espero desde anoche. 

 

Baja cantando desprevenido

del collado a la pradera.

 

Lía con juncos, flores rojas

y ramas tiernas de ébano,

para tapiar mi estancia.

 

                    

 

Me espera impaciente

deshojando las últimas margaritas.

 

Escondida entre los overales

aguarda siempre en desvelo,

para cubrirme en su seno.

 

 

Mi amada es una amante perfecta;

toca todo lo que ama. 

 

Hay sosiego en sus brazos,

tanta excitación en sus manos, 

y en su vientre: los placeres.

 

                 

 

Ha consagrado su vida

y su tiempo a la causa.

 

Mi amado cuida la casa

cual cancerbero,

con lealtad enorme.

 

Entra a los arrecifes

y va a los picos andinos.

 

Vuela con el cóndor,

y nada con el pez grande:

su afán es incesante.

 

          

 

Mi amada vigila la casa,

con devoción probada. 

 

Va con náyade a ver las fuentes

que agota el estiaje duradero;

del río va al páramo y al cielo.

 

Cubre la hierba con sus manos

para que en la aridez no muera.

 

Guarda los rebaños en su estancia,

lejos de la resolana,

procurando su existencia.

 

                    

 

Desde la última luna,

rola silente en la manigua.

 

No ha venido a verme

en tantos días de sol candente

y su voz no suena en la brisa.

 

 

¡Crepita el bosque seco

en el verano avieso!

 

El viento reseca el llano

donde la sed agobia al fauno;

y él, no viene a mi encuentro.

 

             

 

Ninfa mía, mi refugio:

te busco en el follaje mustio.

 

¡Que sepan todos los mortales!

Viene su aroma en el aire veraniego

para excitar mi sexo.

 

Todo el matorral huele a palosanto

y en ese olor siempre la hallo.

 

¡Oh, tortolita alegre, canta otra vez

a mi amada que está en celo,

porque he de amarla como se merece!

                                                         

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

* El cantar de los cantares del rey Salomón de la biblia judeocristiana. 

Paseo terrenal

 

-Ven al bosque fascinante,

de aves fabulosas

que cantan jubilosas,

sus coros terrenales.

 

-¡No es un cielo, amada Beatriz

es un Paraíso terrenal!

Eva no vendrá 

con el iluso Adán

a pervertir este edén

porqué acá no hay manzanos.

 

Ven a verlo con mis ojos,

que los pájaros fantásticos

nos esperan cantando

himnos inmortales, tan silvestres.

 

-¡Conmigo, Beatriz, al bosque seco!,

no esperes a Dante y Virgilio,

ellos moran el limbo.

 

No hay más gracia al cielo

que esta floración de invierno

tendida en lontananza,

por el valle seco

que de amarillo entero

viste frondoso al guayacán

de añejo ancestro.

 

La senda, -mi dulce Beatriz-,

solo tiene pétalos fragantes

para tus angélicos pies,

que solo merecen

flores amarillas

en terrenal agonía.

 

-¡Ven a mi bosque florido!

Que los célebres poetas

nada saben de su encanto.

 

-Traed tu Divina gracia;

para los dos, ¡solo los dos,

dar el paseo terrenal,

que el maestro Dante

jamás pudo darte. 

                                                                        Las Pampas 25201301

 

 

 

 

 

 

Tú, los nardos y el rocío

 

 

Esta vez, el otoño guardará

nardos azules de los que nacen

solo para los amores sublimes.

 

En diciembre impusiste tus ojos

y quebraste mis sueños,

cuando el rocío inundó la noche.

 

Tú, los nardos y el rocío,

llenan mis días solitarios

en este otoño,

en este valle,

en este bosque.

                                                                    Pindal 11198624

                                             

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Silencio nocturno

 

Profundo silencio

como un niño que duerme

en el fondo de la noche.

 

En los caminos,

en la neblina blanca;

Está en el ambiente,

en el misterio.

 

Tétrico el silencio.......,

..., herido en la quietud

por un extravío insomne 

de una luciérnaga loca

y vagabunda.

 

Entretenido, a veces

por los pájaros extraños

que gozan del silencio

de los últimos bosques.

 

¡Silencio de miedo!

Frío ambiente

en tenebrosa arboleda ...,

dejando ir las horas...

 

Juega el silencio

con el viento que pasa...

..........., cala el silencio

entre los overales

en la luna llena.

 

Apacible silencio en sombras...

Mientras el humano duerme,

mientras renueva la vida,

mientras reina la calma.

                                                                    

                                                                          Macará 09201214

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Romance bajo el bosque

 

 

En silencio y escondida

bajo el guayacán florido…,

de nuevo esperándome

con sus rosaditos labios,

con su fresquecito cuerpo,

con el insinuante gesto

de sus diafanísimos ojos.

 

Otra vez, en el árbol grande…,

de la añeja casa,

donde probó mis labios

y embriagó su boca...

 

Entonces, mis breves manos

en sus tibios pechos:

temblorosos, níveos...,

tocaron música en su inocencia.

 

Esa tarde de otoño

depuso indefensa su color

en la agitada noche.

En el misterio

de las horas presurosas,

henchido fuime

en su deseo

divagándola toda,

por fuera y por dentro,

con abundante

y loco apetito.

 

En su delirio,

sobre mi cuerpo estuvo

en el placer perdida

hasta los mismos cantos

de los chilalos del alba. 

 

Divagamos la noche,   

cual luciérnagas del bosque,

bajo el amparo del cielo

y la diamantina luna.

 

Como es de furtiva

la imagen del sueño,

ya en la naciente aurora,

ella se fue de mis brazos,

cual mariposa del alba.

 

¡Volvió! Yo la esperaba.

El recuerdo en su fugaz arrebato

nos hizo repetir la historia

con emociones nuevas.

No estuvo la luna, como entonces,

ni las estrellas de otoño;

pero estuvo la lluvia,

tan presurosa.

 

Y, el tiempo fue breve,

estrecho, corto, delgado

en la conjunción de nosotros;

en la entrega y su medida,

sobre tanto devaneo,

dulce y tierno que nos dimos;

que aún lo siento

y viviéndolo sigo,

aunque ya no es mía

pero en mi recuerdo vive.

 

                                                                        Arenillas 21198507

 

                                                

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lluvia y espera

 

Enero trae sinfonías de agua

cuando ella no viene…,

su voz sigue ausente;

y la lluvia cae en el alma.

 

Es una esperanza de gozo

que acaricio distante

porque viene a mi encuentro;

pero la espero urgente,

con ateridas manos

y labios ardientes.

 

El cielo hoy es triste,

mas la lluvia me alegra

con su pertinaz canto

de gotas incesantes...

..., pero ella no llega,

aunque la deseo mojada.

 

Siento sus ojos soñadores

que halagan mis ojos.

Tiemblo aterido

en la emoción de sus labios.

¿Por qué la quiero si ella no viene?

Pero la quiero ausente...

 

El bosque tiene magia,

voces encantadas,

es huerto de amores escondidos.

La espero. ¡Ella viene...!

..., ¡como un sueño mágico...,

…, viene por el bosque!

     

                     Tumbes 19200601

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Orgasmo de lluvia

 

¡Mujer: si en la lluvia

vienes como lluvia,

así, en la lluvia

te vas!

 

Nada es verme

felizmente inmenso,

cuando en pretexto de lluvia,

vienes a mi estancia

a mojarme en tu cuerpo

lleno de huracanes

y relámpagos de orgasmo.

                                                     Paita 11198402

                                     

 

 

 

                                                                                                     

 

 

 

 

 

 

 

 

Recuerdo de lluvia

                                                                               

 

Te vi en la lluvia

buscando mis huellas.

 

Te vi,

en esa agua clara,

te vi,

y quise tocar tu voz,

mirarme en tus ojos negros;

pero fue imposible.

 

Te amo y te recuerdo

cuando hay lluvia:

lluvia fría de invierno

sobre el campo seco.

 

Bien sé que cuando llueva

habrás de entristecer

porque también vendrá

mi penoso recuerdo

en esa bruma.

 

Cuando llueva

vendrá mi recuerdo...,

como incienso que persigue

como pálpito que inquieta

como un grito que despierte

tu dormido corazón.                                                                                            

                                                                              Playas 01198731

Tiempo de cantar a la tierra.  

“…cada vez que él miraba el sol, la luna

 o los más pequeños animales,

su reacción era cantar,

incorporando en su alabanza

a las demás criaturas.” *

 

 

¡Tiempo de cantar! La hora de la tierra ha llegado.

¡Celebrará y cantará en gratitud el humano!

 

 La hermana agua: casta y dulce

-si de males sufre-,

pide un aleluya: nos y vos.

 

El aire y el clima-hermanos gemelos-:

sin salud, sin alegría, sin relevos.

 

En el lago los nenúfares languidecen

-no más fulguran, mueren-

en la extraña opacidad del día:

 

Y la orquídea siempre esplendorosa:       

pálida en el tedio sin color y sin aroma.

 

Semillas de genes manidos 

asedian los bosques fatigados

sin reparar estragos.

Al menos, las aves resisten el acoso

desplegando su potente coro.

 

¿Quién como la tortolita que canta

en la cordillera y la pampa,

sabe el valor de su canto?

 

Canta el chilalo a cada hora un salmo,

para la flora y su encanto.

 

El mono con el jabalí y el puma

hacen eco en la espesura,

festejando su pervivencia.

 

Canta tú, cante él, cantemos;

cantad vosotros, canten ellos.

 

Salmos de júbilo pide la tierra:

de no estar enferma,

está gravemente sucia.

 

Los himnos privilegiados,

darlos a la madre tierra: nos y vos.

 

Canta la hierba estacional

con su olor vegetal 

que excita el paisaje.

 

Oran lianas y bejucales

tejiendo los follajes.

 

Los rumiantes, paso a paso, 

silenciosos rumian en el campo 

sus secretas oraciones.

 

Con mi cara al sol, camino el verano;

con mis cabritas sedientas, canto.

 

El canto de los cantares

para adjurar los males

de la tierra, y a su tiempo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*Carta encíclica Laudato si’ del papa Francisco sobre el cuidado de la casa común.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EPÍLOGO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pág/ en blanco

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bosque adentro

 

Ir a su profundidad exuberante es una aventura excitante que toca el espíritu y el cuerpo. Estacionar o dormir en la espesura del bosque seco, especialmente en octubre, es como entregarse a los mejores placeres que solo ofrece el mítico paraíso. No tiene par en sus méritos. No se compara a ningún otro lugar terrenal: el silencio, las fragancias, los colores no tienen igualdad ni parecido silvestre en otro espacio. El bosque del páramo tiene belleza en su nostálgica soledad de bruma, con fragancias de helechos siempre húmedos; pero el penetrante frío lo vuelve inhabitable. Tan agradable y extraordinario es el bosque marino costanero, el agua azul da vida a una inagotable fuente de maravillas que vuelan, que saltan, que se mueven sigilosas en la salitrosa floración; sin embargo, ese real embeleso, mejor sería gozarlo en el día, nunca en la noche. Sin quitarle virtudes, el bosque amazónico, tiene magia y hermosura de sobra, como de incomodidades varias; quienes lo intentaron, tienen incomodos recuerdos de esa húmeda y sofocante selva demasiado verde y triste en las noches.

Mas, el bosque seco ecuatorial, desde donde lo miren solo tiene virtudes, especialmente en la primavera de fragante follaje; en el verano gris de abundante sombra; y en el largo otoño de amarillo abundante; no hay mejor placer que un atardecer en octubre o en diciembre cuando es bermejo gris el follaje del valle de Cazaderos, en las pampas de Cayancas y  Bejucal; por la manigua de Matapalo, sobre las mesetas  de Casitas, las colinas de Amotape y Progreso; en cualquier parte del extenso bosque seco transfronterizo. Ir en compañía y con buen equipaje, bastaría para darse una noche de placer, de cantos nocturnales junto a la fauna que ahí habita libre y feliz.

Pero el amanecer sonoro de pájaros cantarines que aletean en sinfonía, por toda la floresta, cubierta de rocío estacional, en un ambiente de olor a tierra mojada; es simplemente un sueño dentro de otro sueño, un placer inexplicable, tan pocas veces logrado en la vida.      

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CONTRAPORTADA INTERIOR

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Francisco Celi Encarnación

DOCENTE Y PERIODISTA

 

Literatura y periodismo, oficios que han proyectado su vida; de ahí, su pasión por la gestión cultural y la comunicación.

 

Profesor de Literatura, Licenciado en Ciencias de la Educación por la Universidad Técnica de Machala. Es Máster en Educación y Desarrollo Social por la Universidad Tecnológica Equinoccial; cuenta con formación en Liderazgo Transformacional por la ESPOL y Comunicación Política en la Universidad Católica de Quito. Diplomado Superior en Integración y proyectos de desarrollo fronterizo Ecuador-Perú por la Universidad de Cuenca (CESPLA). Diplomado Superior en Comunicación Corporativa por la Universidad Técnica Particular de Loja.

 

Fue Secretario Ejecutivo de la Comisión Permanente de Integración Cultural Ecuador-Perú (1996-2000). Director del Periódico Binacional “El Centinela” (1998-2006). Gestor cultural del Proyecto de Desarrollo Transfronterizo Tumbes-El Oro (2002-2005)

 

Dirigió la Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión” de Huaquillas (2003-2005 / 2010-2012). Corresponsal de la Revista Buen Viaje (2003-2020). Director de Comunicación y Relaciones Públicas del Municipio de Lago Agrio (2006-2010). Docente de Lenguaje Periodístico y, Redacción y Estilo, de la Carrera de Comunicación Social y Coordinador-docente de la Carrera de Lengua y Literatura de la Universidad Nacional de Loja (2011-2014). Director del Departamento de Educación y Cultura del Municipio de Huaquillas (2014-2019). Docente de la cátedra: Sociedad contemporánea, Contexto educativas del aprendizaje humano y, más; de la UTMACH (2019). Director de la Corporación Cultural Fronteriza “Identidad y Memoria” (2021-2022), voluntariado cívico para la gestión cultural.

 

Cofundador del Taller de Literatura y de la revista literaria Huellas (1990-1992), de la UTMACH, donde publicó poemas y cuentos (1992). En 1999 publicó su poemario: “Desde el silencio de los días”. Es parte de una Antología de escritores fronterizos Ecuador-Perú (2000). En 2001 publicó sus cuentos en la revista literaria Solticio de Chiclayo-Perú. En 2017 lanzó su colección de cuentos: “Camino de la frontera”. En 2018 editó su poema ambientalista “El nuevo canto del eterno cantar como era en un principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos”. Ahora nos ofrece la colección de poesía ecológica “Cantos del bosque seco”.