domingo, 22 de julio de 2018

Ediciones Centinela


Bosque adentro 

Ir a su profundidad exuberante es una aventura excitante que toca el espíritu y el cuerpo. Estacionar o dormir en la espesura del bosque seco, especialmente en octubre, es como entregarse a los mejores placeres que solo ofrece el mítico paraíso. No tiene par en sus méritos. No se compara a ningún otro lugar terrenal: el silencio, las fragancias, los colores no tienen igualdad ni parecido silvestre en otro espacio. El bosque del páramo tiene belleza en su nostálgica soledad de bruma, con fragancias de helechos siempre húmedos; pero el penetrante frío lo vuelve inhabitable. Tan agradable y extraordinario es el bosque marino costanero, el agua azul da vida a una inagotable fuente de maravillas  que vuelan, que saltan, que se mueven sigilosas en la salitrosa floración; sin embargo, ese real embeleso, mejor sería gozarlo en el día, nunca en la noche. Sin quitarle virtudes, el bosque amazónico, tiene magia y hermosura de sobra, como de incomodidades varias; quienes lo intentaron, tienen incomodos recuerdos de esa húmeda y sofocante selva demasiado verde y triste en las noches.
Mas, el bosque seco ecuatorial, desde donde lo miren solo tiene virtudes, especialmente en la primavera de fragante follaje; en el verano gris de abundante sombra; y en el largo otoño de amarillo abundante; no hay mejor placer que un atardecer en octubre o en diciembre cuando es bermejo gris el follaje del valle de Cazaderos, en las pampas de Cayancas y  Bejucal; por la manigua de Matapalo, sobre las mesetas  de Casitas, las colinas de Amotape y Progreso; en cualquier parte del extenso bosque seco transfronterizo. Ir en compañía y con buen equipaje, bastaría para darse una noche de placer, de cantos nocturnales  junto a la fauna que ahí habita libre y feliz.
Pero el amanecer sonoro de pájaros cantarines que aletean en sinfonía, por toda la floresta, cubierta de rocío estacional, en un ambiente de olor a tierra mojada; es simplemente un sueño dentro de otro sueño, un placer inexplicable,  tan pocas veces logrado en la vida.     

                                                                                             10/10/2013
                                                                                                     FCE 




En lo silvestre y gracioso
el bosque seco inefable
guarda riqueza insondable,
donde todo es misterioso.
El recurso es tan grandioso
entre la fauna y la flora
que es mucho lo que atesora
y poco lo que se sabe;
pero antes que todo acabe:
¡Cambiar!, esta voz implora.